Durante los últimos años me he puesto a reflexionar mucho sobre mi decisión de ser diseñadora y me di cuenta de que no sé por qué estudié diseño. Mas aún, estoy casi convencida de que no sabía que era realmente diseño cuando me embarqué en tan conflictiva decisión de vida. De todos modos, lo que puedo decir hoy, con más de 10 años en el área, es que creo en un cambio y sé que el diseño puede ayudarnos a lograrlo. Esta convicción se refuerza enormemente cuando leo ideas como las expresadas en el libro de Sasha Costanza.
No voy a pretender estar de acuerdo con cada uno de los argumentos o posiciones presentadas en las páginas de "Justicia de Diseño: Prácticas guiadas por la comunidad para construir los mundos que necesitamos" (Design Justice: Community-Led Practices to Build the Worlds We Need) pero, considero que el libro es una increíble invitación a un posicionamiento critico y político de las diseñadoras y sus prácticas. Esto hace que el libro resulte, mas allá de interesante de leer, convincente para impulsar cambios.
Partiendo de la consigna de que el diseño "contribuye con demasiada frecuencia a la reproducción de la opresión sistémica" y abordando la narrativa hegemónica universalista del diseño, Sasha Costanza intenta cuestionar la relación entre el diseño, el poder y la justicia social. Al tiempo que presenta la noción de Design Justice como "un enfoque de diseño que está dirigido por comunidades marginalizadas y que pretende explícitamente desafiar, en lugar de reproducir, las desigualdades estructurales".
A lo largo de sus páginas, el libro ofrece una buena combinación entre ejemplos de tecnologías populares o de base y un análisis crítico de la apropiación de las mismas por parte de las grandes corporaciones. Estos ejemplos se complementan con nociones de narrativas de diseño participativo y pedagogías populares, para ofrecer una comprensión teórica de nuestro actual escenario de diseño en el área de la tecnología.
El libro revela diferentes formas de dominación relacionados a la práctica del diseño, ofreciendo un enfoque de diseño justo a través del reconocimiento de proyectos tecnológicos de carácter popular ya existentes, campañas sociales y ejemplos de mundo(s) real(es), abogando así por formas de diseño comunitarias. En palabras de Costanza, Design Justice puede entenderse como "una exploración de cómo el diseño dirigido por comunidades marginalizadas, podría desmantelar la desigualdad estructural y avanzar en la liberación colectiva y la supervivencia ecológica".
El libro revela diferentes formas de dominación relacionados a la práctica del diseño, ofreciendo un enfoque de diseño justo a través del reconocimiento de proyectos tecnológicos de carácter popular ya existentes, campañas sociales y ejemplos de mundo(s) real(es), abogando así por formas de diseño comunitarias.
Entendiendo el libro como un llamado a la masificación de estas ideas, me gustaría tomar el impulso positivo y animar a todas a ver Design Justice como "un marco [que] puede proporcionar herramientas para apoyar la crítica existente y emergente del diseño". En tal constelación, Costanza señala la importancia de los movimientos feministas interseccionales y cómo éstos están "cada vez más comprometidos en los debates sobre las relaciones entre la tecnología, el diseño y la justicia social". A pesar de que estos movimientos no cuentan con la debida acreditación de su trabajo en el discurso hegemónico de diseño, a lo largo de las páginas de este libro se expone claramente el papel que juegan en el impulso de cambios que confrontan diversos aspectos de la matriz de dominación. Cabe mencionar que un aspecto clave de esa falta de acreditación está relacionado con que los movimientos depende de software corporativo que refuerza la falta de representación de las comunidades marginalizadas y por lo tanto contribuye a la reproducción de un discurso hegemónico de diseño hetero-patriarcal.
Esto aparece muy bien ejemplificado en el libro cuando se argumenta que incluso cuando las redes sociales corporativas "proporcionan herramientas terribles para la tarea más importante para quienes se organizan en comunidad: hacer que la gente suba la escalera del compromiso", y a pesar de que hay software específico que facilita la gestión de comunidades en línea, las herramientas corporativas siguen siendo las mas usadas. La realidad es que la mayoría de las personas -incluso los organizadores de actividades y campañas- "utilizan los sitios de redes sociales corporativas más populares y los servicios alojados como herramientas para avanzar en nuestros[sus] objetivos. Trabajamos dentro de las posibilidades de estos sitios y trabajamos alrededor de sus limitaciones. Lo hacemos incluso cuando estas herramientas no se ajustan a la tarea específica en cuestión, e incluso cuando su uso expone a los participantes de nuestro movimiento a una serie de daños reales".
Por otra parte, me gustaría destacar la particular intensión de descubrir las interconexiones de la matriz de dominación, como medio para romper el mito del diseño universal: "Un beneficio para algunos es un perjuicio para otros". En lugar de abogar por un diseño para todos, la propuesta que Design Justice hace es la de ser honestas: "las diseñadoras constantemente toman decisiones sobre qué usuarios privilegiar y cuáles tendrán que hacer más trabajo (…) La cuestión no es que esté mal privilegiar a algunas usuarias sobre otras; la cuestión es que esas decisiones deben hacerse explícitas".
Design Justice nos invita a decidir qué diseñar y para quién diseñarlo, a través de un análisis crítico de la matriz de dominación y su reproducción de la concentración de poder y privilegios. En otras palabras, Design Justice entiende que un análisis profundo del carácter "capitalista, hetero-patriarcal, de supremacía blanca y colonialismo" que rige el sistema mundial, debe estar en el centro de todas las decisiones de diseño.
Pero para cambiar a quién llega el diseño, debemos hablar de quién llega a diseñar. Esto podría ser el hilo rojo de nuestra discusión. La conceptualización y el análisis profundo de la dominación ontológica de la práctica del diseño están fuertemente presentes en el libro: "Si diseñadores, ingenieros y tomadores de decisiones masculinos cis blancos, se encuentran a cargo de la mayoría de los procesos de diseño, los hombres cis blancos tendrán más probabilidades de que se satisfagan sus necesidades antes que las de les miembres de otros grupos".
Design Justice nos invita a decidir qué diseñar y para quién diseñarlo, a través de un análisis crítico de la matriz de dominación y su reproducción de la concentración de poder y privilegios.
La constante reflexión sistémica es lo que hace especial a la narrativa presentada en este libro. Sirve para denotar que no se trata de "incluir" a todo el mundo como parte de la cadena de diseño, al tiempo que no es sólo una cuestión de diversidad simbólica en las posiciones de poder. Se trata más bien de qué valores sociopolíticos representamos (elegimos) al momento de diseñar. Si el concepto de diseño que estamos representando depende de la reproducción de cualquier aspecto de la matriz de dominación, es probable que nuestro diseño no se ajuste a ideas/entendimientos que intentan desafiar tal sistema de dominación.
La visión de Design Justice presentada en este libro "incluye un llamado a desmantelar la matriz de dominación y desafiar la desigualdad interseccional y estructural, lo que requiere más que un reconocimiento de que la diversidad en el empleo aumenta la rentabilidad capitalista. El empleo en los campos del diseño remunerado es importante, pero no es todo el panorama. Design Justice también implica repensar otros aspectos de la práctica del diseño, incluidos los pretendidos beneficiarios del diseño: los "usuarios"".
Al evocar la percepción de Foucault de los enfoques de conocimiento liberal como una forma de perpetuar la violencia cultural, Costanza desencadena una percepción posestructuralista de los enfoques de diseño participativo, que nos obliga a ver que "el poder da forma a la participación en todos los procesos de diseño". En otras palabras, el uso de prácticas participativas, co-diseño o cualquier forma de DCH no puede garantizar la participación horizontal y el proceso de Design Justice per se. Más bien, el diseñador debe evaluar constantemente la relación entre los métodos de diseño y las políticas de diseño. De hecho, el diseñador debe evaluar constantemente la relación entre los métodos de diseño y las políticas de diseño. Costanza argumenta que, en pos de comprometerse verdaderamente con sus métodos y prácticas, los enfoques de diseño deben posicionarse ideológicamente por medio de la determinación de una intención clara y sólida de desmantelar la matriz de dominación.
Pero como todo en la vida comunitaria, diseñar con/para las gentes conlleva una gran responsabilidad. No se trata sólo de extraer ideas y sentimientos. Más bien se trata de comprometerse a poner en práctica lo primero sin descuidar lo segundo.
Aun sabiendo que "la gran mayoría de la innovación" proviene directamente de los hackeos o transformaciones realizados por los usuarios finales con el fin de que los productos se ajusten a sus necesidades reales, no se les concede ningún crédito a estos. Un fenómeno que Costanza denomina "diseño extractivista", y que declara como muy extendido entre las diferentes formas de diseño participativo. Lo que significa que los diseñadores siguen ocupando una posición de poder que desempeña un papel importante en el encuadre de la solución, así como en la toma de decisiones en la fase de ejecución. Llevándolos a obtener todos los beneficios sistémicos (créditos, derechos, pago y autoridad para seguir utilizando esas ideas). De este modo los usuarios, incluso cuando están incluidos, son considerados simplemente como una fuente de información que debe ser consultada durante una fase determinada de un proceso de diseño ya estructurado, en lo que respecta a cuestiones particulares sobre una solución ya intencionada.
Diseñar con/para las gentes conlleva una gran responsabilidad. No se trata sólo de extraer ideas y sentimientos. Más bien se trata de comprometerse a poner en práctica lo primero sin descuidar lo segundo.
Para Costanza, este es un aspecto crítico de los principales discursos de diseño participativo que ayuda a reproducir la clásica estructura de poder de la cadena de diseño, al tiempo que crea la ilusión, incluso para los propios diseñadores, de representar las necesidades "reales" de las personas. En la misma línea, es importante incorporar una perspectiva descolonizadora, comenzando primero por aceptar que la lógica extractivista se ha utilizado históricamente "bajo el heteropatriarcado capitalista de la supremacía blanca y el colonialismo, el trabajo, las ideas, los inventos, las pertenencias, la tierra y el propio cuerpo de las mujeres, las personas afro, las personas de color y los pueblos indígenas han sido apropiados (robados) durante siglos por (cis)hombres blancos ricos".
En efecto, es importante para mí destacar esto desde la perspectiva del "diseño extractivista", debido a su peligroso potencial de ser cooptado por la pedagogía del diseño hegemónico y ser luego convertido en su versión neoliberal. Resultando en un mecanismo académico de expropiar amablemente a comunidades de sus propias historias culturales, mientras que se trasladan sus conocimientos al ámbito académico bajo la falsa noción de procesos de diseño comunales. De la misma manera que los hack-labs populares se convirtieron en laboratorios municipales (conocidos mayormente como ‘city-labs’) manejados por los gobierno.
Sin embargo, no todos son ejemplos críticos. Al recordar la historia y los logros del Movimiento por los derechos de las personas con discapacidad (Disability Rights and Disability justice movement), que impulsara una comprensión diferente de la noción de discapacidad en la sociedad, Costanza demuestra cómo, cuando rompemos las formas y la dinámica de trabajo que responden a jerarquías obsoletas, los resultados son realmente diferentes. Evidenciando que no se trata sólo de cambiar soluciones concretas, sino de encontrar la manera de dar forma a lo que la comunidad directamente afectada considera como lo mejor: "la participación de los miembros de la comunidad más directamente afectada por un proceso de diseño es crucial, tanto porque la justicia lo exige como porque el conocimiento tácito y experiencial de los miembros de la comunidad es susceptible de producir ideas, enfoques e innovaciones que un no-miembro de la comunidad tendría extremadamente pocas probabilidades de encontrar ".
El hecho de que este ejemplo no sea popularmente conocido, nos lleva a otro punto clave del libro, las narrativas de diseño y su relación con la matriz de dominación: "Las narrativas populares sobre innovación están dominadas por la figura del genio. En la cultura popular, a menudo se nos hace creer que toda la tecnología es creada por hombres brillantes, bien educados, en su mayoría blancos, que trabajan en laboratorios universitarios, en departamentos corporativos de I+D, o tal vez en sus garajes, que luego fundan empresas en Silicon Valley".
En consonancia con su papel como profesora, Costanza cierra su argumento afirmando la importancia de promover la justicia de diseño en la educación del diseño. Tratando de abordar particularmente la necesidad de diferentes pedagogías de diseño, resalta con especial énfasis el trabajo de Paulo Freirre y su contribución a la Educación Popular desde una perspectiva educativa no jerárquica. Rescatando el aspecto comunitario de las pedagogías constructivistas en las que "los maestros actúan como facilitadores para ayudar a los estudiantes a lograr sus propios objetivos de aprendizaje". Lo que parece presentarse como uno de nuestros mayores pasos, si realmente estamos dispuestas a desmantelar la casa del amo y sus cimientos "capitalistas, heteropatriarcales, de supremacía blanca y colonialismo".
El libro ofrece un análisis extenso y crítico de las diferentes capas que constituyen la práctica y la disciplina del diseño. Tan extenso que no es posible hacer una revisión completa y justa. Muchas de las ideas presentadas en este libro me empujaron como diseñadora a revisar constantemente mis procesos, mis valores políticos y su conexión con mi práctica de diseño. Sin más preámbulos, sólo queda recomendar la lectura del libro, pero sobre todo alentarles a participar activamente de la discusión en: https://design-justice.pubpub.org
Muchas de las ideas presentadas en este libro me empujaron como diseñadora a revisar constantemente mis procesos, mis valores políticos y su conexión con mi práctica de diseño.
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