Las redes sociales a veces parecen ser un micro universo con sus propias leyes y jugadores. Tal vez es por eso que, cuando las usamos, no nos damos cuenta el impacto real que tiene lo que decimos o comunicamos en otras personas ¿O quizás sí? ¿Qué pasa cuando ciertos actores utilizan las redes agresivamente para hostigar a otros?

Un claro ejemplo de este tipo de personajes, son los trolls que acosan en Twitter a Ofelia Fernandez, la diputada argentina más joven del país, representante de la Ciudad de Buenos Aires por el partido Frente de Todos. Previo a eso, fue alumna y presidenta del Centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini. Es además una reconocida feminista que militó por los derechos de la mujer en Ni Una Menos, y en la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, entre otros espacios.

Pero hoy, quizás por la visibilidad de su militancia, Ofelia es blanco de agresiones que han incluido amenazas contra su vida. Estos comentarios invaden su cuenta de Twitter constantemente con reposteos y retweets y pareciera ser que están ahí para quedarse. Ella contesta, firme y con convicción sobre sus ideas. ¿Que hizo que un grupo tan grande de gente se ensañe con alguien tan particular? ¿Por qué pasa? ¿Cómo hará alguien para dormirse con tanto agresor encima? Me pongo en el lugar de Ofelia y no se si sabría controlar una situación así. ¿Que probabilidades hay de salir a la calle y encontrarse con estos personajes? ¿Podrían ser nuestros amigos, vecinos o conocidos?

Quizás por la visibilidad de su militancia, la ditupada argentina Ofelia Ferndáncez es blanco de agresiones que han incluido amenazas contra su vida.

Pero los haters existen desde hace rato en Internet, y Ofelia no es la única mujer afectada. Hace unos años la actriz de la saga Star Wars Kelly Marie Tran, una actriz de origen asiático, fue bombardeada en Twitter con comentarios xenófobos y racistas sobre su personaje Rose Tico. La actriz tuvo que cerrar su cuenta, se alejó de las redes y hoy en día se cuida cuando aparece en público. Esto también tuvo repercusiones en la saga, ya que ocurrió luego de la séptima entrega,The Force Awakens y para la novena entrega, The last Jedi, el personaje "misteriosamente" aparece pocos minutos, y pierde protagonismo. La respuesta oficial fue que este personaje iba a tener muchas escenas con Leia (Carrie Fisher) pero como la actriz falleció no pudieron encontrarle otro rumbo. La realidad es que los fans tuvieron mucha participación en los cambios del personaje de Kelly Marie como para que esto sea una mera casualidad.

Otra actriz que no la pasó bien con los fans de una saga fue Amber Heard, la actriz de Aquaman y una de las voces del movimiento Mee Too (similar al Ni Una Menos en Estados Unidos), quien además es constantemente atacada por el público luego de su separación de Johnyy Depp. Tal es el odio contra Amber, que hay pedidos en plataformas como change.org para que deje de interpretar al personaje en la saga de Marvel, de nuevo, porque “no pega” con el mismo ¿Pero realmente no pega o simplemente no soportan que esta mujer esté interpretando el personaje? Pareciera ser que está mal que las feministas "escrachen" a un abusador, ¿pero está bien que los ataques a una actriz se conviertan trending topic y que ella pueda perder su trabajo?

Otra actriz que no la pasó bien con los fans de una saga fue Amber Heard, la actriz de Aquaman y una de las voces del movimiento Mee Too.

Lo cierto es que los haters están en todos lados y en todo el mundo, ya que son un fenómeno internacional ¿Cómo escapamos de ellos? ¿Y qué podemos hacer para no convertirnos en uno? Principalmente, no fomentar los debates que puedan resultar en cuestiones agresivas. El feminismo tuvo su ‘grieta’ entre las abolicionistas y reformistas. Dentro de este marco se dieron muchas discusiones, algunas no tan agradables. Por ejemplo, Malena Pichot (una actriz e influencer argentina) llama “abolos” a las abolicionistas, como denotando que no son mujeres solo por el hecho de ser abolicionistas. Eso es agresivo, no lleva a ninguna parte. Tenemos que buscar espacios sanos de debate. Debates fuertes e ideológicos, sí, que pueden ser violentos en un sentido metafórico, pero nunca literal.

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