Un joven difundió fotos y videos explícitos de su ex novia entre los clientes de ella. Las fotos fueron tomadas con su consentimiento, cuando estaban de novios. En marzo de 2007, fue acusado de ‘Crimen Injuria’ (1) (menoscabo de la dignidad) y sentenciado a una multa de 4.000 rands sudafricanos (U$S 525) o 20 meses de cárcel. Este mismo hombre envió amenazas de muerte por SMS a su ex novia - “Morirás en mis manos; sabes cómo me pongo cuando estoy enojado”. Esta es tan sólo una de las historias registradas en el número de agosto (de 2008) de la revista trimestral Intersections, de Women’sNet (2).
En el pasado, los y las activistas por los derechos de las mujeres encabezaron la lucha por la difusión pública de lo privado. La concepción del hogar como un lugar privado sirvió tradicionalmente a los hombres, especialmente como perpretadores de violencia doméstica. Para muchas personas, el hogar es un lugar privado. Pero en todas partes del mundo, las mujeres corren mayor riesgo en los lugares donde supuestamente deben sentirse más a salvo, en particular dentro de sus propios hogares. También corren riesgo junto a las personas con las que supuestamente deberían sentirse más seguras –maridos, padres, hermanos, tíos-, todos ellos pertenecientes al ámbito “hogareño”. Para muchas mujeres, la violencia ha pasado a formar parte de su vida diaria. Según la “Hoja informativa sobre violencia contra las mujeres” de Tshwaranang (3), 8,8 de cada 100.000 mujeres de 14 años o más son asesinadas en Sudáfrica. Una mujer es asesinada cada seis horas por su pareja, posiblemente el índice más alto del mundo. La violencia doméstica afecta a una de cada dos mujeres en algunas regiones de Sudáfrica. Sólo una de cada nueve mujeres denuncia casos de abuso. Subyace a este problema la costumbre, en muchas culturas africanas, de mantener dentro de los límites del hogar lo que sucede dentro de éste.
Pero en la actualidad, lo que sucede dentro del hogar se está divulgando de muy distintas maneras. ¿Qué pasa hoy, entonces, cuando los “temas privados” se hacen públicos?
¿La violencia doméstica es un tema privado o público?
Según Marishane Lebogang, directora de medios e información de Women'sNet, Sudáfrica es una sociedad marcadamente patriarcal. “Aquí se sigue pensando que las mujeres y las niñas deben ser pasivas y sometidas. Siguen sin tener voz en todo lo relacionado con su sexualidad”, explica Lebogang. Si bien se han implementado mecanismos para manejar los casos de violencia doméstica, las sobrevivientes no tienen propensión a reportar los casos, porque sienten que no habrá justicia para ellas. Esto es entendible, cuando la prensa sudafricana está llena de informes sobre justicia postergada y denegada. Una denunciante de un caso que contaba con el apoyo de los y las activistas de de la campaña One in Nine (una de cada nueve), tuvo que soportar 25 postergaciones y una espera de casi cinco años.
La violencia doméstica tiene repercusiones sociales y económicas de gran magnitud. La no-intervención deja a las mujeres y las niñas desprotegidas frente al abuso y la violencia. Las comunidades deben asumir la responsabilidad de brindar protección y considerarla un crimen, una negación de los derechos fundamentales, no un “asunto privado”.
“En Sudáfrica, esto siempre se trató como un asunto privado. Y sucede incluso que cuando las mujeres se animan a reportar estos casos, la policía les dice que arreglen las cosas con sus maridos”, explica Lebogang. En contraste con esta práctica, la ley de violencia doméstica (Domestic Violence Act) (4) de Sudáfrica reconoce que ésta no es un problema privado sino un crimen grave contra la sociedad. En la definición de violencia doméstica se incluye no sólo a las mujeres casadas y las niñas, sino también a las mujeres no casadas que mantienen una relación o viven con sus parejas, las personas que integran una relación homosexual, las madres y sus hijos, y otras personas que comparten un espacio vital.
El sistema patriarcal favorece que las mujeres no denuncien los casos de violencia doméstica. “Suele darse un encadenamiento circular, que hace que las mujeres oculten sus heridas por temor al estigma, ya que la sociedad suele considerar que las mujeres abusadas deben haber hecho algo malo para merecerlo”, explica Lebogang. “Esto se debe a la situación que ocupan los hombres en la sociedad, que como cabezas de familia siguen teniendo el poder de control y disciplina sobre sus mujeres, lo cual muchas veces se traduce en violencia contra ellas”.
Según la Declaración de Derechos de la Constitución sudafricana (5), todas las personas tienen derecho a la privacidad, lo cual incluye el derecho a no ser registradas, ni ellas ni sus hogares ni sus propiedades; a que no se confisquen sus posesiones; a que no sea violada su privacidad ni sus comunicaciones. Muchas feministas argumentan que el derecho a la privacidad tiene límites, en especial teniendo en cuenta que el ámbito al que las mujeres son relegadas – el hogar - es considerado un espacio privado, pese a ser el espacio en el que son también más vulnerables al abuso (6) e incluso al asesinato. El ‘hogar’ es el lugar donde, tradicionalmente, las mujeres viven bajo el dominio del varón y cabeza de familia.
De la política a la práctica
La ley sobre violencia doméstica (1998) (7) reconoce que el comportamiento controlador o abusivo que atenta contra la salud, la seguridad o el bienestar de una mujer, así como el abuso emocional, verbal o psicológico, junto a otras formas de abuso dirigido a las mujeres, privan a ésta de sus derechos humanos fundamentales. No obstante, el grado de conocimiento de la ley de violencia doméstica sigue siendo bajo a nivel popular y hasta la policía traiciona sus principios.
En 2009, el Centro para el estudio de la violencia y la reconciliación informó al parlamento que la policía sudafricana incumple la exigencia estipulada en la ley, según la cual ella debe remitir un informe semestral de todas las denuncias de incidentes de violencia doméstica que recibe (8).
Aunque las mujeres saben que existe un recurso legal para ellas, rara vez lo utilizan o buscan ayuda. En un estudio sobre 942 (9) casos informados en una zona específica de Mpumalanga, sólo 63 resultaron en cargos penales y sólo 12 mujeres recibieron una orden de protección, como lo establece la ley de violencia doméstica.
Quiere decir que aunque la ley de violencia doméstica prevé las órdenes de protección (constancia pública del problema de la violencia doméstica) y además exige que la policía registre los incidentes de violencia doméstica, esas buenas políticas y buenas prácticas siguen siendo promesas en los papeles.
Hay legislación actualmente en estudio que puede ofrecer alguna alternativa, como la Declaración de protección contra el acoso (10) presentada al parlamento en febrero de 2010. Esta declaración extiende la protección al comportamiento definido como acoso.
Implicación de las TIC
Según el Informe nacional de Sudáfrica sobre violencia contra las mujeres y tecnologías de la información y la comunicación redactado por Shareen Essof, la privacidad no se reduce al ámbito físico. “También es relevante en el mundo digital. Extendida a ese ámbito, la privacidad de las personas se define como un derecho individual a: controlar la información recolectada sobre ellas, controlar cómo esa información es utilizada y controlar quién tiene acceso a la información, y la habilidad para acceder a esa información personal”.
Las tecnologías de información y comunicación (TIC) están implicadas como herramienta para luchar contra la violencia tanto como para perpetrarla. Utilizando las TIC para amplificar las voces de las mujeres, Women'sNet ha logrado crear un espacio donde las mujeres pueden hacer oír su voz sobre la violencia contra ellas. Child Line (11), servicio de consultoría para niños/as y jóvenes de Sudáfrica creó un espacio de consulta dentro de un servicio popular de chat por teléfono celular denominado MXit (con alrededor de 12 millones de usuarios/as, mayoritariamente jóvenes) (12). Pese a que estos espacios sufren amenazas de censura y de cierre a causa de su modalidad abierta, estas organizaciones están creando más espacios positivos en línea de asistencia a los y las niños/as.
Women’sNet y Child Line utilizan un aspecto más positivo del balance privacidad/información, inclinando la balanza a favor de proporcionar espacios positivos y afirmativos para compartir información y comprometerse con estos temas.
En algunas instancias, las TIC han sido utilizadas para perpetuar la violencia, violando la privacidad de las mujeres. Según el informe nacional sudafricano, la tecnología se está desarrollando más rápido que el pleno conocimiento de la sociedad sudafricana sobre sus usos e implicaciones: “Existe escaso conocimiento del uso estratégico de las TIC en apoyo a la lucha contra la violencia hacia las mujeres, así como escasa identificación de las nuevas vías de perpetuación de la violencia”.
La política de TIC sudafricana es complicada pero en general, el uso de las TIC como arma para perpetuar la violencia contra las mujeres no está incluida ni reconocida. La Declaración de protección contra el acoso incluye el correo electrónico, llamados a teléfono celular y SMS no deseados como acoso pero no menciona el uso de la tecnología como herramienta de vigilancia – estrategia común en hombres abusivos que intentan controlar a sus parejas. El gobierno debe formular leyes que traten el derecho a la privacidad abarcativamente.
Pero ¿cómo equilibrar leyes restrictivas del uso de la información personal con la libertad de expresión, igualmente importante para las sobrevivientes de la violencia?
Equilibrar el derecho a la privacidad con la libertad de expresión
Equilibrar el derecho a la privacidad y el derecho a la libertad de expresión y acceso a la información no es cosa fácil. Unas pocas feministas están a favor del control estatal de la información a la que puede accederse pero admiten que el libre flujo de información puede erosionar los derechos de las mujeres, por ejemplo, a través de historias contadas de manera sensacionalista o de la publicación de imágenes en línea o en medios impresos que distorsionan la imagen de la mujer.
Pero las feministas no están alineadas con los grupos conservadores que querrían censurar determinada información que consideran ofensiva – como por ejemplo la información sobre los derechos reproductivos o los de las lesbianas y gays. Los debates en torno a la pornografía en internet nos proporcionan un ejemplo de estos enfoques distintos. Una reciente declaración redactada por la Alianza de Justicia de Sudáfrica (JASA, por su sigla en inglés) (13) y presentada al Ministerio del Interior de este país, propone excluir de internet y de los teléfonos celulares toda la pornografía –argumentando que las mujeres y los/as niños/as deben ser ‘protegidos/as’ de ese material.
Este enfoque proteccionista no tiene mucha chance de encontrar apoyo entre las feministas, que sostienen la autonomía y libertad de las mujeres. Pero algunas feministas más conservadoras podrían encontrar improbables alianzas en su lucha por desterrar los materiales sexualmente explícitos, que según ellas degradan a las mujeres. La mayoría de las feministas sostendría que el derecho a la privacidad es frecuentemente invocado para proteger a individuos e instituciones como ‘la familia’. Debe abrirse a la reflexión y al análisis el modo en que las mujeres y las niñas son tratadas y protegidas por esas instituciones.
¿Cuánta privacidad puede haber en línea?
Las redes sociales, a través de sitios como Facebook, Twitter, MySpace, Meetup y LinkedIn, plantean problemas de seguridad para las víctimas de asedio. Un perfil en una red social puede incluir información como tu dirección de correo electrónico, número de teléfono, información general (o específica) sobre tu dirección postal, día de nacimiento, nombre legal, nombres de los miembros de tu familia y hasta actualizaciones de tu ubicación minuto a minuto. Esto puede ser una buenísima información para conectarse con personas afines pero también puede actuar como fuente de información para perpetradores de violencia.
Según Shereen Essof, “los avances tecnológicos significan que las mujeres deben estar preparadas para manejarse con nuevas vías para la violencia, así como para reclamar que la tecnología refuerce sus luchas por la justicia social, que incluyen el combate a la violencia y el derribamiento del sistema patriarcal”.
La privacidad en línea es muy difícil. El gobierno debe contribuir a proteger a las víctimas a través de políticas y educación electrónicas fuertes. Según el informe nacional, algunos perpetradores de violencia doméstica de Sudáfrica utilizaron herramientas como spyware y GPS para rastrear y controlar los movimientos de su pareja, detectando su utilización de internet y comunicaciones telefónicas.
La ley de promoción del acceso a la información (2002) reconoce la necesidad de educar a los y las ciudadanos/as acerca de sus derechos y de capacitarlos para participar en las decisiones que influyen en sus vidas. Una de las líneas de acción del informe nacional subraya la necesidad de generar conciencia social acerca de los cruces e interconexiones entre tecnología de las comunicaciones y violencia contra las mujeres.
No obstante, como señala Essof, “pese al compromiso con la equidad de género que consta en la Constitución de Sudáfrica, y a un compromiso aún más firme con la igualdad de género en el marco de determinadas políticas nacionales para el empoderamiento de las mujeres, las políticas adoptan un enfoque de género neutral, en el entendido de que automáticamente corresponderán a las mujeres beneficios iguales”. Pero esto no es así. Las mujeres no siempre tienen las destrezas y el conocimiento para desempeñarse en la sociedad de la información.
De ahí que los y las usuarios/as sean alentados/as a instruirse acerca de la forma de proteger sus computadores y acceso a internet, de manera de tener la seguridad de que sus actividades en línea sean privadas. Muchas mujeres no tienen ninguna forma de protección respecto a la circulación de contenido en su contra por internet o a través de teléfonos celulares. El proyecto “¡Dominemos la Tecnología!” ha sido útil en este sentido. Las mujeres reciben entrenamiento para garantizar su privacidad, en especial en los sitios de redes sociales.
Ir más allá de la privacidad: dominar la tecnología
En 2009, el Programa de apoyo a las redes de mujeres de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (PARM de APC), en sociedad con Women’sNet, pusieron en marcha en Sudáfrica el proyecto “ODM3: ¡Dominemos la tecnología! para erradicar la violencia hacia las mujeres” para ayudar a las mujeres a hacer oír sus voces a través del uso de las TIC y para luchar contra la violencia. Este proyecto, implementado en 12 países de África, Asia y América Latina, alienta a las mujeres a utilizar el ciberespacio para compartir sus problemas y conectarse con personas afines para resolver problemas. Esta iniciativa de dos años y medio cuenta con el apoyo del MDG3 Fund (14) del gobierno holandés.
Este proyecto gestiona el tensionado territorio de las TIC, donde las libertades de expresión e información van de la mano con preocupaciones crecientes sobre privacidad y seguridad. Se admiten las complejidades del debate sobre derechos y libertades y que existe una diferencia entre un llamado a la protección de la privacidad asociado a derechos y libertades individuales, y un llamado a esos mismos derechos para ocultar el abuso y la explotación.
“Women’sNet trabaja junto a organizaciones en contacto directo con sobrevivientes de violencia contra las mujeres y proporciona plataformas para que las mujeres perfilen sus voces, cuenten sus historias y compartan contenido con otras que hayan atravesado experiencias similares”, explica Marishane. “Esas voces son utilizadas muchas veces como herramientas de incidencia política. Como en el caso de las narraciones digitales, pueden utilizarse como instrumentos educativos o herramientas de incidencia política”.
Según Marishane, “el proyecto fue muy bien recibido dentro del sector de los y las activistas de género en Sudáfrica y otras partes. Hoy es visto como una herramienta para documentar las historias de las mujeres y ampliamente utilizado porque proporciona a las mujeres un sentido de anonimato en el momento de contar sus historias con sus propias voces y de utilizar imágenes que ellas pueden controlar y manipular”.
El informe nacional destaca la necesidad de tener contenido en línea dirigido a mujeres y manejado por mujeres y esto es lo que la campaña ¡Dominemos la tecnología! enfatiza. Según Marishane, crear espacios para las mujeres que sean controlados por ellas mismas asegurará que podamos influenciar mejor el contenido publicado sobre y por mujeres en línea: “Los espacios en línea proporcionan un sentido de anonimato y con una guía adecuada, las mujeres pueden documentar sus historias mientras permanecen anónimas”, afirma.
No obstante, con los peligros digitales que amenazan en línea, las mujeres también deben instruirse sobre los temas de seguridad.
“Ellas deben ser empoderadas con determinadas destrezas para poder navegar a su modo por los espacios en línea sin comprometer su seguridad. Pero es importante asegurar que tengan una presencia en línea y que haya contenido disponible que sea relevante para ellas”, dice Lebogang. Esto es lo que la campaña ¡Dominemos la tecnología! promueve a través, por ejemplo, de la narración de historias digitales.
Sobre las autoras:
Esther Nasikye es directora de comunicación e incidencia política de Icon Women & Young People's Leadership Academy. Cree firmemente en la noción de que con mayor acceso a las TIC e internet para compartir y accesar información, el desarrollo transformador en Africa llegará más rápido que lo imaginado. Esther fue facilitadora de contenido comunitario en telecentre.org (ahora Fundación telecentre.org ) para la comunidad en Africa del Sur y del Este. Es una periodista ciudadana capacitada y fundadora de ChangeWaves, una organización de la sociedad civil en Uganda, Africa oriental, que se estableció para apoyar organizaciones, mujeres, hombres y jóvenes para acceder y compartir conocimiento a través de las TIC para el desarrollo sostenible de Uganda y África. También le apasiona la utilización de las TIC para liberar a la sociedad de las causas principales del subdesarrollo - las desigualdades de género y la inequidad de género.
Sally-Jean Shackleton trabajó anteriormente con Women'sNet y en la actualidad es consultora en un trabajo con varias organizaciones relacionado a la representación y la voz de las mujeres. Le interesa profundamente saber cómo las TIC dan forma al activismo de las mujeres y cómo el activismo de las mujeres da forma a las TIC.
(1) http://en.wikipedia.org/wiki/Crimen_injuria
(2) Shackleton, S-J, “Technology: Just another weapon?”, Intersections, 1:5 (2008) www.womensnet.org.za/sites/womensnet.org.za/files/publications/intersect...
(3) Tshwaranang Legal Advocacy Centre, “Violence Against Women in South Africa Fact Sheet” tlac.org.za/images/documents/Violence_Against_Women_South_Africa_Fact_Sheet.pdf
(4) www.info.gov.za/view/DownloadFileAction?id=70651
(5) Constitución de la República de Sudáfrica (No. 108 de 1996) Capítulo 2: Declaración de Derechos (Sección 14: el derecho a la privacidad y Sección 32: el derecho a la información, www.info.gov.za/documents/constitution/1996/a108-96.pdf
(6) Kelly, Kristen Anne, Domestic Violence and the Politics of Privacy (USA: Cornell University: 2003)
(7) Ley de violencia doméstica [No. 116 de 1998] www.info.gov.za/view/DownloadFileAction?id=70651
(8) Grupo de monitoreo parlamentario, Implementación de la Ley de Violencia Doméstica: revisión de 10 años por Tshwaranang Legal Advocacy Centre & Gender Advocacy Programme; RAPCAN sobre impacto de la legislación en la prevención de la violencia contra los/as niños/as, 9 de setiembre de 2009, http://www.pmg.org.za/report/20090909-tshwaranang-legal-advocacy-centre-... accessed 6 June 2010
(9) Vetten, Lisa, Implementing the Domestic Violence Act 1999-2009, Presentación al Parlamento, septiembre de 2009 www.pmg.org.za/files/docs/090909tlac-edit.pdf
(10) Government Gazette No. 32922, Declaración sobre protección contra el acoso, 1 de febrero de 2010, http://us-cdn.creamermedia.co.za/assets/articles/attachments/25700_10020...
(11) http://childline.org.za/
(12) http://www.mxitlifestyle.com/
(13) Alianza de Justicia de Sudáfrica, The Internet and Cell Phone Pornography Bill, May 2010 www.jasa.za.net/download/pl-2010%20Internet%20Porn%20Bill.pdf
(14) www.mdg3.nl
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