Este año las conclusiones de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) encendieron alarmas de preocupación por la falta de espacio político para la sociedad civil durante el proceso de la CSW. La preocupación aumenta si tenemos en cuenta los crecientes desafíos internacionales a la participación política y la libertad de expresión. Aunque reviste importancia vital que las voces críticas que están en el terreno – las que hablan desde “el vientre del monstruo”, como dijera Donna Haraway – participen en todos los procesos y negociaciones de CSW relevantes para la implementación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, este año no fue así.
Si bien la Comisión adoptó una declaración política que reafirma el compromiso de los estados con la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, no abordó los verdaderos desafíos que las mujeres y niñas de todo el mundo enfrentan en este mismo momento. La exclusión de organizaciones de mujeres y activistas de derechos de las mujeres de todo el mundo produjo indignación en todas aquellas personas comprometidas con desafiar la desigualdad en el terreno y contribuir a las transformaciones necesarias para instrumentar los derechos humanos de mujeres y niñas.
A la luz de esta reciente evolución, Lamia Kosovic entrevistó para GenderIT.org a Joanne Sandler, socia principal de Gender at Work y ex subdirectora ejecutiva de UNIFEM, para oír su opinión personal sobre el tema.
Lamia Kosovic: En su artículo CSW59 – Beijing Betrayed (CSW59 – Beijing traicionado), Naureen Shameem afirma que las voces de la sociedad civil, es decir, grupos feministas y de derechos de las mujeres, terminaron excluidas del grupo de trabajo y el proceso de la Comisión. Shameem insinúa que la declaración política de este año es más bien general y débil y que descuida los vínculos entre la CSW y muchos otros organismos y mecanismos internacionales de derechos humanos. ¿Qué piensas de esto? ¿Cómo podemos situar nuestra lucha como feministas en espacios como la CSW dadas las quejas y el enojo que surgieron en torno al grupo de trabajo de este año?
Joanne Sandler: El análisis que hizo Shameem de la declaración política fue ampliamente compartido por muchas activistas de los derechos de las mujeres que asistieron a CSW59, como lo expresó con precisión Lydia Alpizar en su declaración en la apertura de CSW, Shawna Wakefield en su blog para Oxfam, y los cientos de grupos de la sociedad civil que firmaron una declaración conjunta de protesta. Sospecho que se vienen más críticas de este tipo. Y son necesarias.
Hay muchas feministas y organizaciones feministas que ya no esperan nada de la CSW y otros procesos intergubernamentales auspiciados por Naciones Unidas. La frustración es comprensible – los gobiernos lanzan grandes declaraciones retóricas, se reduce el espacio para la influencia de las ONG y el temor a la reacción negativa de la derecha y el extremismo da como resultado declaraciones apolíticas (o “ahistóricas” como las llama Shameem) como la que surgió de la CSW59. Sin embargo, sigo creyendo que este es un espacio importante para la organización del feminismo que debemos recuperar.
La CSW es un cuasi barómetro de la marcha, progreso e irritabilidad de los gobiernos en torno a los derechos de las mujeres. Cuando en la CSW discutimos el lenguaje referido a las defensoras de los derechos humanos de las mujeres, al sentido de la familia, a la importancia de los derechos reproductivos, nos involucramos en luchas feministas. Podemos ser testigos de reacciones y regresiones, pero eso no es más que una experiencia “personal y de primera mano” de lo que le sucede a las feministas todos los días en muchas partes del mundo. La CSW desenmascara las posiciones gubernamentales y muestra hasta donde los distintos gobiernos están dispuestos a procurar la igualdad de género. No se me ocurre pensar en otro ámbito a partir de la CSW donde tengamos la oportunidad de indagar en el lenguaje de la igualdad de género y sus matices con gobiernos y todo el abanico de simpatizantes y opositores. ¿Cómo podemos aprovechar al máximo esta oportunidad única? Las “reglas del juego”– la forma en que se arman y negocian las agendas políticas en la ONU – se inclinan cada vez más en contra de la inclusión de voces fuertes que representen a la sociedad civil en ámbitos como la CSW. Necesitamos cambiar esas agendas.
Necesitamos repensar la CSW, en vez de desligarnos de ella. Necesitamos trabajar en relación estrecha con ONU Mujeres, gobiernos que nos apoyan y otros aliados para cambiar las reglas que excluyen a la sociedad civil de una participación significativa en las negociaciones. Para empezar, esto debería ocupar el lugar más alto en la agenda de Grupos Asesores de la Sociedad Civil de ONU Mujeres. Necesitamos explorar otros procesos intergubernamentales que ofrecen mayor espacio a las ONG y presionar para que esos precedentes se usen durante CSW. Necesitamos maximizar el uso de TIC y medios para crear procesos inclusivos, participativos y transparentes. Necesitamos apoyar que una cantidad mayor de feministas jóvenes asistan a la CSW y que nuevas generaciones de organizaciones aporten a la preparación, al evento y a su seguimiento. Y necesitamos comprometernos con la elaboración de estrategias políticas en torno al contenido y a los procesos de la CSW como una fuerza política feminista.
LK: ¿Cuáles considerarías que fueron los avances reales que se produjeron durante la 59ª sesión de la CSW en relación a una repriorización de la Sección J de la Plataforma de Acción de Beijing [sobre la mujer y los medios], si es que los hubo?
JS: No puedo pensar en ningún tema sustantivo que haya avanzado en esta CSW, más allá de la afirmación general de la centralidad de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Estoy segura de que muchas alianzas e iniciativas feministas recibieron impulso en sesiones informales y conversaciones de pasillo, pero no pude percibir ningún movimiento particular sobre temas específicos. Hasta donde yo sé, hubo afirmación pero no repriorización. Para eso necesitaríamos otra clase de espacio.
LK: Los gobiernos concuerdan con la lucha por “desmantelar el patriarcado en los próximos 15 años”, como dijo Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres. ¿Cómo podemos aportar vínculos claros, sustentables y orientados a la acción entre la Sección J y sus conexiones con el patriarcado? ¿Cuáles serían las estrategias para colocar a la Sección J en el centro de los debates y de la acción?
JS: Si bien la directora ejecutiva de ONU Mujeres se pronunció ante el poder llamando al desmantelamiento del patriarcado, no estoy segura de que podamos decir que los gobiernos concuerdan con esto. En lo que estuvieron de acuerdo fue en una declaración política tibia y en un discutido conjunto de métodos de trabajo para la CSW.
Los vínculos entre la Sección J y el patriarcado deben ocupar un lugar alto en la agenda de las feministas de todo el mundo. La creciente consolidación de poder en torno a la gobernanza de la tecnología, las TIC y los medios por parte de grupos empresarios y élites multinacionales es una clara manifestación del patriarcado. El feminismo se ha aliado con otros movimientos por la justicia social para enfrentar ese fenómeno, como lo hemos visto en la organización para la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. Un problema es que hay muy pocas activistas feministas involucradas allí donde están surgiendo las oportunidades para el cambio y que dan prioridad a las oportunidades intergubernamentales como la CMSI. Todavía no vemos feministas organizándose para desafiar la naturaleza patriarcal de las TIC y los medios del mismo modo en que se organizan en torno a los derechos reproductivos, poner fin a la violencia contra las mujeres y otros temas feministas.
Desde hace más de una década que venimos hablando sobre cómo traer la Sección J al centro de la elaboración de estrategias feministas y la agenda post-Beijing. APC ha hecho un gran trabajo al respecto, junto con un número reducido de otras organizaciones. Necesitamos una alianza más amplia de grupos feministas, que trabajen en conjunto con otras redes de justicia social enfocadas en las TIC, y que prioricen esto. Si pensamos de qué manera otros temas (como la salud materna, terminar con la violencia contra las mujeres u otros) lograron tracción, atención y recursos en foros internacionales, podríamos considerar: a) exigir que el secretario general de la ONU emprenda un estudio global sobre la forma en que la discriminación de género se perpetúa mediante las TIC y las formas en que esto puede aprovecharse como fuerza para un cambio positivo; b) utilizar foros como la próxima reunión de AWID y otros espacios regionales y globales para fortalecer la agenda política feminista en torno a la Sección J; c) fortalecer iniciativas como el Proyecto de monitoreo global de medios de la WACC, de modo que haya un día o semana en que las feministas de todo el mundo se organicen en torno a las TIC y los medios y esta organización genere conocimiento y conciencia sobre lo que está en juego en distintos países; y d) llevar adelante algunas confrontaciones y diálogos feministas de alto perfil con los magnates de las TIC y los medios. Si pudiéramos organizar algunos “encuentros” feministas con quienes controlan estos espacios y llevar ese diálogo a la CSW y otros ámbitos, podría ser un hecho de alto impacto.
Puede haber muchas más ideas. Movilizarse por una Quinta Conferencia Mundial sobre la Mujer le daría una prioridad mucho más alta al tema de género y TIC, ya que muchos de los temas que ahora sabemos que afectan los derechos humanos de las mujeres no eran tan conocidos en 1995. Necesitamos hacer todo lo que resulte posible para seguir creando espacios de elaboración de estrategias políticas entre feministas de todo el mundo para la Sección J y las secciones que aún están por escribirse.
Imagen por SustainUS usada bajo licencia Creative Commons.
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