Estaba sentada con una amiga, conversando sobre vigilancia y planificando parte de este artículo, cuando nos dimos cuenta de que actualmente la vigilancia es ubicua y atemorizante. Lo que provoca temor es que resulta amenazante de manera imprecisa, sin que se perciba un peligro claramente definido. Mientras hablábamos acerca de qué es lo que nos despierta suspicacias acerca de la vigilancia, un hombre que ambas conocemos, pero que no es amigo nuestro, entró al lugar, habló con unas pocas personas, y después se dirigió a nosotras y nos saludó usando el nombre de cada una. Sin embargo, ambas sabíamos que él se había comprtado de manera muy rara y que había llegado incluso a meter cosas en mi apartamento durante mi ausencia. Nos insultaba a los gritos cuando no había nadie cerca. Mostrarse a sí mismo de una manera ante personas cuyo reconocimiento te interesa, y después comportarse de modo muy diferente cuando no te están mirando, es atemorizante. Me alegra que hubiera otra gente cerca cuando este sujeto asqueroso entró. La vigilancia es horripilante de una manera similar.



Es frecuente que la vigilancia se promocione como medida de seguridad y protección ante una amenaza no específica, pero el abuso de las tecnologías de vigilancia es una amenaza real. Es casi seguro que habrá abusos de poder si no se hacen grandes esfuerzos para controlarlos. Sin embargo, a menudo la vigilancia es un tema que se discute en secreto. En Estados Unidos, las solicitudes gubernamentales para espiar personas son procesadas por un tribunal secreto en un proceso secreto. Los observadores/mirones no quieren que nadie sepa quién es observado/mirado. Y todo el mundo es observado actualmente, algunas personas en listas bajo vigilancia, y todo el mundo a través de las cámaras. Si habitas una ciudad grande o una capital como Londres o Nueva York, las cámaras de vigilancia te están observando cientos, cuando no miles, de veces por día.



Sonríe, mujer, te están mirando



Las cámaras de vigilancia son muy abundantes pero una cantidad aún mayor de imágenes captadas por estas cámaras se publica en las redes sociales. Las cámaras de vigilancia se usaban con el propósito de proteger la propiedad pero su función ha cambiado. Antes, las cámaras de vigilancia solían ser monitoreadas por varones jóvenes, y muchos de ellos miraban muchachas durante sus aburridos turnos laborales. Además de mirar muchachas, a veces las cámaras se usan para mirar varones que podrían portarse mal, algo que se ha descrito recientemente como control de la desviación en Arabia Saudita. Si bien la mayoría de las cámaras de los centros comerciales fueron instaladas para prevenir el robo, se las emplea también para actividades policiales no relacionadas con el robo, y más relacionadas con fantasear con dichos crímenes, como el uso personal para el fantaseo, y para promover la oración religiosa. Que los guardias de seguridad controlen las costumbres, y para ello trabajen junto a la policía, es bastante diferente a tratar de evitar el robo de tiendas.



En la mayor parte del mundo, los observadores de cámaras en tiempo real han sido reemplazados por el uso de grabaciones, lo cual convierte a las cámaras en una fuente de información y pruebas para causas penales, en lugar de integrar la vigilancia activa. Sin embargo, las fotos que nos tomamos y publicamos en internet son sometidas a un examen diferente. A fines de mayo se informó que la NSA recolecta en la web millones de imágenes de rostros de personas. Esto adquiere un matiz aún más siniestro cuando se le suman los datos de ubicación y otros datos personales. Por ejemplo, las trabajadoras sexuales de la zona roja de Amsterdam tienen letreros que solicitan “no tomar fotos”, pero esos letreros no suelen ser tenidos en cuenta, incluso por personas que afirman querer ayudar a las trabajadoras sexuales. Esas fotos no sólo cosifican a esas mujeres cuando son tomadas, sino que además pueden dar lugar a que sean identificadas, tanto por parte de sus vecinos como por funcionarios públicos.



Quienes trabajan en la zona roja son mujeres, y es más probable que una mujer padezca consecuencias adversas a raíz de su identificación como trabajadora sexual, que un varón. Este es un ejemplo extremo pero afecta a una cantidad suficiente de personas como para ser destacado. Es un caso en el que vemos que los ciudadanos, aunque no emplean los medios con el fin de proporcionar información al estado, sin darse cuenta se confabulan con éste, en la medida en que la NSA está recolectando fotos íntimas, en particular de rostros. Las empresas que ofrecen plataformas para publicar esas imágenes y otros datos, involuntaria o intencionadamente están confabuladas con la vigilancia de todos/as que lleva a cabo Estados Unidos.



Viejos problemas en un nuevo lugar



Si bien la identificación de individuos a partir de imágenes de cámaras de vigilancia no es una actividad rutinaria, el sexo de cualquier individuo es fácilmente identificable. Las compañías recogen datos sobre sus usuarios/as, y muchas los emplean para vender o dirigir publicidad, como los anuncios que se ven en las redes sociales. El contenido de tu correo electrónico o de tus publicaciones en una red social incide en los anuncios publicitarios que ves en esas plataformas. Tu sexo incide en qué avisos te son dirigidos. Queda claro que el lucro es el motivo, tanto para los anunciantes que quieren vender cosas, como para las plataformas sociales, que quieren vender publicidad.



La razón que motiva la vigilancia es más compleja, está enraizada en el control y es afectada por las inclinaciones de los vigilantes. Por ejemplo, hay información acerca de mujeres que ha sido examinada por personas que quieren mirar mujeres. Este tipo de uso no oficial de la información registrada va mucho más allá de la actividad en internet y la actividad de vigilancia. Cualquier registro de datos puede ser usado para fines distintos a los que estaba destinado. Existe un caso muy bien documentado en el cual una mujer policía de Minnesota se encontró con que otros policías usaron la base de datos de licencias de conducir para mirar su fotografía.



Las personas que tienen acceso a información pueden utilizar esa prerrogativa, más allá de la razón establecida para el almacenamiento de esa información, cualquiera sea el tipo de información, ya sea en una plataforma de red social, una grabación de cámaras de vigilancia, o una base de datos burocrática. Estos son viejos problemas que se manifiestan en lugares nuevos.



La cantidad de fotos que se encuentra en internet parece ser infinita y crece continuamente. Las fotos que tomamos y publicamos pueden ser almacenadas y examinadas por personas que nosotros no queríamos que las vieran. Eso de por sí es bastante atemorizante, pero en contextos como el que dio lugar al escándalo en torno a la aplicación para móviles Facebook Messenger, para dar un ejemplo, no sólo las fotos sino también los contactos y el registro de llamadas pueden ser recuperadas por otros. La cámara de nuestra propia laptop puede ser utilizada por funcionarios policiales o por esa clase de personas que disfrutan espiando mujeres. ¿Por qué no ocurriría lo mismo con otros dispostivos que tienen cámara? Teniendo esto en cuenta, es posible imaginarse que las fotos que nos son tomadas sin que lo sepamos, también son recolectadas y guardadas en alguna base de datos. Así como se recogen y analizan fotos fijas, los videos de las cámaras de seguridad pueden ser tratados de manera similar. La tecnología de reconocimiento de la marcha está en etapa experimental, pero ya se emplea para identificar a individuos específicos por la manera en que caminan, desde cierta distancia. Podría usarse en aeropuertos y estaciones de tren, pero cómo se empleará en el futuro es aún incierto.



Lo que sí es certero es que la capacidad de identificar individuos por la forma en que caminan, sumada a la omnipresencia de cámaras de seguridad que graban a todas las personas transeúntes, hará que las grabaciones de las cámaras de seguridad se vuelvan una atractiva fuente de datos para instituciones como la policía y la NSA. Tecnologías concebidas para proteger la propiedad o para intercambiar información entre amistades están siendo utilizadas para la vigilancia gubernamental y el control policial de las costumbres, entre otras cosas. Recolectar información personal de cualquier tipo sin consentimiento y de manera secreta es horripilante de por sí. Mirar a otras personas sin su consentimiento es atemorizante, y ya lo era antes de que Edward Snowden revelara que trabajadores jóvenes de la NSA intercambian entre ellos las fotos que interceptan de personas desnudas. Las mujeres saben que las fotos pueden compartirse, pero las cámaras de seguridad de una ciudad pueden fotografiarte cientos, si no miles, de veces por día. Actualmente esta montaña de datos puede ser abrumadora, pero en la medida en que el almacenamiento de datos y la capacidad de búsqueda aumentan, va a ser posible inspeccionar dichos datos.



Si eres el objetivo, también tienes la solución



A veces se educa a las mujeres para que se defiendan de los ataques no sólo por la fuerza, sino también evitando el peligro. A modo de ejemplo, una vez que un varón se dio cuenta de que había llevado a un desconocido en el asiento de atrás de su auto, una mujer preguntó “¿Cómo es posible?”, porque se le había enseñado a fijarse en el asiento de atrás cada vez que subía a un auto, incluso al propio. Posteriormente, una encuesta informal que llevó a cabo en su trabajo le mostró que todas las mujeres habían sido instruidas al respecto y que lo hacían cada vez que entraban a un auto. Es mucho menos frecuente que se enseñe a las mujeres cómo protegerse en internet o cuando usan sus teléfonos móviles. No sé si a los varones se les enseña esto, pero todos/as deberíamos saber cómo se utilizan nuestros datos, y deberíamos ser capaces de evaluar qué es lo que estamos aceptando y saber cómo protegernos de las filtraciones de información sin nuestro consentimiento. Si bien la seguridad en línea es deseable para todas las personas, las mujeres y las niñas son frecuentemente el blanco de atentados malintencionados en internet y padecen más secuelas de estos ataques que los varones. Por esta razón, la seguridad en línea es de particular importancia para las mujeres.



Si bien el abuso ocurre, las mejores precauciones que podemos tomar son decidir con precisión qué vamos a compartir en línea y conocer cómo pueden ser usadas las nuevas tecnologías de redes sociales y la vigilancia, aunque sea para decidir cómo actuar al respecto. Es la idea que subyace a una internet abierta y comunitaria, en lugar de las plataformas de redes sociales centralizadas y pertenecientes a empresas de la actualidad. ¡Dominemos la tecnología! y la Caja de herramientas de seguridad son sitios fantásticos para comenzar a aprender sobre cuidados para la seguridad y para estimular respuestas fructíferas ante la violencia en internet.



Imagen de kakhun wart usada bajo licencia Creative Commons

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