¿Qué se puede hacer para que el internet sea más saludable? Algunas de las respuestas más contundentes vienen justamente de las comunidades que más sufren de la violencia que azota internet. Las iniciativas son muchísimas, pero destacamos tres para tener una idea del panorama que está emergiendo y que nos muestra qué cara tiene una internet más saludable.
Estas iniciativas nos hacen comprender que una internet saludable es aquella en la que se defienden los espacios seguros y donde todo el mundo trabaja en conjunto para exigir justicia frente al abuso y para que lo invisible salga a la luz. Todo con el fin de que la igualdad y la justicia sean las constantes en este espacio.
Algunas de las respuestas más contundentes vienen justamente de las comunidades que más sufren de la violencia que azota internet.
Ni las grandes compañías de tecnología, ni quienes están detrás de las políticas públicas que buscan regular espacios tecnológicos han hecho lo que hace falta para domar la violencia en línea. El contrapoder está viniendo desde organizaciones ciudadanas y sus ideas innovadoras, algo que parece ser la clave de lo que nos hace falta.
El Informe anual de Salud de Internet, de la Fundación Mozilla reunió muchas de las historias que se encuentran detrás de estos logros en los últimos años, incluyendo aquellas que exploran los modos creativos y expresivos con los que se les está dando respuesta a la violencia de género en línea. En estas líneas destaco, como decía más arriba, tres de ellas (y no fueron fáciles de escoger). Estas historias nos brindan empuje e inspiración, y nos muestran además que hacer de internet un espacio más saludable solamente será posible si nos conectamos con gente de ideas y valores convergentes.
Un espacio seguro para las comunidades LGBTQ+ en línea
En el Informe de 2018 compartimos la historia de una comunidad en línea llamada Ahwaa (en árabe, “pasiones”) y que es un ejemplo positivo de cómo en internet pueden abrirse espacios para la libre expresión y la conexión personal. Es así como Ahwaa se consagra a crear espacios protegidos para personas de la comunidad LGBTQ+ en el mundo árabe. La comunidad florece y mantiene tanto su seguridad como la calidad de las conversaciones que promueven al mantener el número de participantes relativamente bajo. Como lo explicó su fundadora, la defensora de derechos humanos bahreiní Esra’a Al Shafei: “las plataformas no necesitan ser usadas por millones de personas para ser efectivas o influyentes. No hay nada que nos impida crear nuestros propios nichos en línea. Las oportunidades son infinitas.”
“las plataformas no necesitan ser usadas por millones de personas para ser efectivas o influyentes. No hay nada que nos impida crear nuestros propios nichos en línea. Las oportunidades son infinitas.” — Esra’a Al Shafei
Una persona que forma parte de Ahwaa y a la que citaron en TED en 2018 durante una entrevista que le hicieron a Esra’a dijo: “Leer mensajes de personas que estaban pasando por problemas parecidos a los míos me ayudó y me consoló mucho, en especial porque yo tampoco podía hablar de nada de esto a las personas más cercanas y más queridas.”
Ahwaa es un recurso comunitario y un antídoto a la violencia en internet en gran parte gracias a tecnologías de cifrado o encriptación que hacen que las conversaciones puedan darse aún en entornos sociales que penalizan la homosexualidad y las orientaciones sexuales o expresiones de género que salen de la norma. Sin esta tecnología, explica Esra’a, “no [tendríamos] este nivel de anonimato y sencillamente no podríamos existir, algo que [para muchas de las personas que forman parte de la comunidad] puede ser no existir tampoco en la vida real”.
La ludificación (gamification) es otra de las estrategias que usa Ahwaa. El foro en el que se llevan a cabo las conversaciones se organiza por niveles y se puede ganar puntos gracias a las interacciones positivas que tengan. Los puntos y las interacciones se traducen en más y mejor acceso para quienes quieran acceder a la comunidad y desanima a quienes vengan con intereses perjudiciales.
De acuerdo con Esra’a, “Ahwaa ha crecido de modo estable en los últimos años. Ahora estamos en el proceso de crear una vía para que los miembros de la comunidad puedan tener acceso a recursos fuera de línea de modo más eficiente y más seguro.” También explicó que la creación de conexiones fuera de internet se convirtió en una necesidad urgente durante la pandemia: “estamos explorando otras estrategias más para reforzar la arquitectura de Ahwaa con el fin de ayudar a que se construya y se premie más la confianza y la solidaridad entre quienes forman parte de la comunidad, y también para mejorar continuamente su seguridad.”
Voces de mujeres que quiebran el silencio
El movimiento #metoo (y sus antecedentes) sigue reverberando e inspirando modos similares de organización con otros nombres y con los que las mujeres le dan el contragolpe a la violencia sexual. Algunos ejemplos fueron compartidos en la edición 2020 del Informe, en el que una sección especial reunió a más de 100 personas compartiendo momentos saludables o insanos de internet durante ese año.
El movimiento #metoo (y sus antecedentes) sigue reverberando e inspirando modos similares de organización con otros nombres y con los que las mujeres le dan el contragolpe a la violencia sexual.
Nyamishana Prudence, por ejemplo, resaltó cómo una ola parecida a #metoo se expandió en Uganda. Numerosas sobrevivientes de violencia compartieron sus historias en línea y organizaciones feministas tomaron la oportunidad para profundizar las conversaciones y hacerlas parte de estrategias concretas. El movimiento panafricano de mujeres Akina Mama wa Afrika, por ejemplo, inició un diálogo con los medios de comunicación para darles una guía de cómo reportar sucesos de violencia sexual de un modo más humano. Otros hashtags que reunieron conversaciones sobre estos asuntos fueron #DismantlePatriarchyFriday y #OneAskCampaign. Estas campañas no solamente exhortaron a sobrevivientes de violencia a compartir sus historias, también reunieron experiencias de acoso e hicieron más visibles políticas para luchar contra esos ataques y que, no obstante, se conocen poco.
Otra victoria, esta vez en Egipto, la compartió Wafaa Heikal con la historia de una joven estudiante de la Universidad Americana de El Cairo Nadeen Ashraf. Ashraf creó una cuenta en Instagram llamada @assaultpolice para exponer a un hombre al que se le había acusado ya numerosas veces de acoso. Las denuncias, como suele pasar, fueron desoídas por causas típicas: el poco crédito que se le da a las víctimas y la influencia social y económica del que acusaban. Sin embargo, en esta ocasión @assaultpolice llegó a los 70000 seguidores en menos de una semana y el hombre acusado en la cuenta fue arrestado. Ashraf le habló a Fara Khairat, del medio Egyptian Streets, sobre la inmensa sorpresa que tuvo al ver el alcance de la cuenta en Instagram: “Me quedé muy sorprendida cuando vi lo rápido que creció la campaña y cómo se la tomaron en serio. De verdad que ayudó a aliviar esta sensación de impotencia que siempre he tenido con respecto a la violencia sexual en mi comunidad. Empecé a sentir que quizás era que nunca habíamos enfrentado el problema de modo adecuado en esta sociedad”.
Otras campañas inspiradas en #metoo preceden a @assaultpolice, pero las mujeres que las hicieron posibles sufrieron duras consecuencias por ello, en especial cuando el gobierno se vio en el centro de la historia. Sin embargo, en un giro inesperado, a las denuncias en línea le siguieron cambios en la legislación para proteger la identidad de las mujeres que denunciaran acoso sexual.
Como en muchos otros momentos de protesta que se expandieron a las redes sociales en internet, muchas de estas conversaciones constituyeron un antes y un después. El camino es largo y complejo y las represalias contra las mujeres que se hacen oír pueden ser feroces. Sin embargo, los espacios no dejan de abrirse y tanto las mujeres como el colectivo LGBTQ+ siguen respondiendo y siguen logrando victorias.
Creación de conocimiento
La naturaleza global de la violencia de género en línea es tristemente bien conocida. Lo fascinante es, no obstante, la profundidad y la creatividad de los diferentes grupos y organizaciones que trabajan para documentarla y diagnosticarla. Estos esfuerzos ayudan a la elaboración de estrategias innovadoras que buscan más seguridad y mejor educación y prevención. Muchas de las historias que se compartieron en el Informe de Salud estuvieron conectadas con investigaciones que registran la experiencia de personas con géneros y orígenes sociales diversos, en lugar de dejarlas de lado, como ocurre en numerosos estudios.
Las mujeres encuentran limitaciones complejas que reducen su participación en línea, desde luego. Sin embargo, los esfuerzos para empoderar a mujeres con diferentes orígenes y darles herramientas para desarrollarse continúan reproduciéndose. Cada vez más se elaboran y publican estudios que denuncian la violencia en internet y la sacan a la luz para verla bien. Las estrategias para pensar en futuros tecnológicos feministas crecen en número y en creatividad. Estos esfuerzos se consagran a la creación de conocimiento y toman muchas formas. Tenemos el Index Cyberfeminista de Mindi Seu que pone en el centro a personas de géneros diversos, en su mayoría fuera de los países de mayores ingresos; y también el juego de cartas que hizo Coding Rights para ayudarnos a imaginar tecnologías alternativas y feministas.
La naturaleza global de la violencia de género en línea es tristemente bien conocida. Lo fascinante es, no obstante, la profundidad y la creatividad de los diferentes grupos y organizaciones que trabajan para documentarla y diagnosticarla.
Creemos que estas cadenas hechas de esfuerzos comunitarios y de conocimiento compartido van a seguir apareciendo y dándose fuerzas entre sí. Ha habido muchos casos en los que la organización, las protestas y todo lo que se comparte ha sido incontenible. Es una constelación de evoluciones, que se toman en cuenta a veces y a veces no, pero que están teniendo lugar de modo constante, que se desarrollan y que encienden más redes a su paso. De nuestro lado queda ayudar a trazar esos caminos para que otr@s puedan construir sobre ellos y luego compartir las historias con las que nos contarán cómo se convirtieron en verdaderos catalizadores de cambios muy necesarios.
Este artículo se escribió con la colaboración del equipo Insights de Mozilla y con la asistencia editorial de Solana Larsen.
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