El primero de enero de todos los años se celebra el día del dominio público. El Convenio de Berna, el instrumento legal más importante que regula el derecho de autor a nivel internacional, establece que todas las obras literarias, artísticas o científicas ingresan al dominio público el primero de enero del año siguiente de haber transcurrido los 50 o 70 años del fallecimiento del autor o de la publicación de la obra. La mayor parte del mundo tiene fijado el estándar en los 50 años, con algunas excepciones por debajo y por encima de ese plazo.
Esto implica que una vez transcurrido el plazo, las obras pueden usarse libremente sin necesidad de solicitarle autorización a los titulares de derechos. El impacto positivo que esto tiene sobre el acervo cultural es importantísimo. Como ejemplo, cuando Walter Benjamin ingresó al dominio público en 2011, las librerías del mundo florecieron con nuevas traducciones de su obra, en rangos de precios que ponían esa obra al alcance de públicos que hasta ese entonces solo podían acceder a través de copias precarias. Por supuesto, esto implicó también que las obras de Benjamin pasaron a estar también disponibles en formato digital en el original en alemán, y que cualquier traductor con tiempo libre podía también traducirlo y ponerlo a disposición en internet.
El dominio público es fundamental para el ecosistema digital de obras. Da vida nueva a obras olvidadas, les permite una nueva circulación no prevista y permite, además, que sus contenidos se resignifiquen a través de prácticas como la remezcla. Por eso, las organizaciones que trabajan para ampliar el acceso del público a los acervos digitales toman al primero de enero como una fecha de celebración y de reconocimiento de la importancia del dominio público. Se trata, también, de generar conciencia sobre el impacto negativo que las extensiones al plazo de ingreso de las obras tiene sobre la cultura.
El dominio público es fundamental para el ecosistema digital
Así, por ejemplo, el Centro para el Estudio del Dominio Público de la Universidad de Duke publicó un extenso artículo sobre las obras que podrían haber ingresado al dominio público pero no lo hicieron debido a los cambios en la ley de Estados Unidos, que en 1978 extendió el plazo.
¿Dónde están las obras de mujeres destacadas en arte, cultura o ciencia?
Aunque hay muchos análisis sobre el impacto negativo de extender los plazos, lo cierto es que esta situación afecta particularmente a las producciones de las mujeres. Lo que sucede no es solamente que las voces de las mujeres sean subvaloradas en el espacio digital, sino que también los contenidos producidos por mujeres y sobre mujeres están subrepresentados.
Está demostrado que en sitios tan populares como la Wikipedia todavía faltan muchos artículos sobre mujeres destacadas en disciplinas artísticas, culturales o científicas. Para solventar esta situación, distintos capítulos de Wikimedia ponen en marcha actividades tales como la editatona del “Día de las mujeres escritoras” o iniciativas como “La mujer que nunca conociste”.
Las voces de las mujeres están subvaloradas en el espacio digital y también los contenidos producidos por mujeres y sobre mujeres están subrepresentados
La extensión de los plazos de ingreso de las obras al dominio público afecta particularmente a esta situación. En un análisis realizado por Creative Commons Uruguay sobre el proyecto de ley presentado en 2013 en ese país que buscaba ampliar el plazo de monopolio sobre las obras, concluyeron que la reforma hubiera significado reducir casi a la mitad el númrto de obras de mujeres en el dominio público.
Así, destacaban que “mientras que la elevación de las restricciones a 70 años habría hecho que un 34% de autores hombres hubiera vuelto al dominio privado, este porcentaje se eleva al 59% en el caso de las mujeres”. Esto, en un panorama ya de por sí reducido: sólo el 3,75% de las mujeres en la base de datos de Autores.uy se encuentra en el dominio público, y 20 años más hubiera implicado que sólo el 1,52% se encontraría en esa situación.
A nivel mundial, las mujeres que ingresaron al dominio público este año son pocas comparadas con sus colegas hombres, como se puede observar a simple vista en esta tabla, donde sólo hay tres mujeres (Helen Bannerman, Gertrude Stein y Frona Eunice Wait). En Uruguay, según la base de datos de Autores.Uy, sólo dos mujeres ingresan al dominio público: María Luisa Saldún de Rodríguez y Graciela Saralegui, ambas escritoras. Esto, comparado con 25 colegas hombres de diversas disciplinas que ya están este año en el dominio público. En el resto de los países, es aún más difícil obtener información, ya que no existen bases de datos ni públicas ni privadas para este tipo de consultas.
Políticas de género y dominio público
Por supuesto, hay un problema subsidiario: es difícil encontrar esta información porque los manuales y enciclopedias de autores y artistas generalmente se concentran en los hombres. Sólo la literatura especializada en mujeres permite saldar estas diferencias, como las destacadas por Autores.Uy en esta nota sobre su perspectiva de género o la impresionante obra de la argentina Lily Sosa de Newton, con su “Diccionario biográfico de mujeres argentinas”.
Es difícil encontrar esta información porque los manuales y enciclopedias de autores y artistas generalmente se concentran en los hombres
Pero el punto principal es que, además, como el plazo de ingreso de las obras al dominio público es exageradamente abusivo (en total, una obra puede estar protegida alrededor de 120 años), esto implica que las obras de las mujeres permanecerán por mucho tiempo ocultas en los intrincados laberintos del copyright.
En efecto, si consideramos que la mayoría de las mujeres de América Latina recién pudieron acceder a los sistemas de educación superior a finales del siglo XIX (por ejemplo, Cecilia Grierson, de Argentina, obtuvo su título universitario en 1885), esto hace más difícil encontrar mujeres que estén en dominio público por la sencilla razón de que hasta bien entrado el siglo XX a las mujeres no se les permitían hacer muchas cosas más que ser amas de casa. Aún cuando Grierson hubiera abierto el camino, seguía estando mal visto que las mujeres cursaran ciertos estudios superiores y tenían severas restricciones para participar en el espacio público. Precisamente sobre estos dos temas escribieron muchas intelectuales del siglo XX, y es por eso que es fundamental el rescate de sus obras.
Un plazo de monopolio sobre las obras tan excesivo como cincuenta o setenta post-mortem implica, en pocas palabras, que acceder a la producción artística y científica de estas mujeres en formato digital es más difícil, costoso y trabajoso que acceder a las obras de sus colegas hombres. Con las leyes de copyright tal como están en este momento, todavía tendremos que seguir esperando para que las palabras de nuestras colegas pensadoras, escritoras, artistas y creadoras que desafiaron las convenciones de su tiempo puedan, por fin, circular libremente.
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