Una internet feminista es aquella que hace posible la resistencia
Foro "Imagine a Feminist Internet", Malasia 2014
En 1985, Donna Haraway observa la política de la tecnología a través de una lente feminista en su ensayo seminal "El manifiesto ciborg"1. Un poco más de 30 años después, algunas de las preguntas planteadas por la autora acerca de la relación entre feminismo, tecnología y transformación continúan teniendo una aguda relevancia, en la medida en que nos encontramos en una época que es cada vez más definida y afectada por las tecnologías digitales y de redes sociales.
Lo simbólico y lo discursivo adquieren relevancia en la transmisión bajo la forma de memes envasados en algo tan simple como 140 caracteres o imágenes en formato gif. Se usan infografías para presentar investigaciones complejas de forma general, en un intento por captar la atención entrenada en los recorridos por las madrigueras de conejos de los hiperenlaces y las recomendaciones de contenidos.
La intimidad corporal y el arduo trabajo de construir confianza y mostrar el cuidado han adquirido, dentro de esta caja de herramientas, prótesis digitales que habilitan comunicaciones electrónicas casi en tiempo real atravesando distancias que van desde el ancho de una mesa a la extensión de un continente. Y en una época en la que el mito de las identidades coherentes, estables y "divinas" se reifican en los medios digitales, insertos en la ansiedad que provocan los crecientes fracasos del capitalismo globalizado, pareciera que el llamado de Haraway a conectarse sobre la base de afinidades políticas, más que de identidades, se oye más fuerte que nunca.
Sin embargo, en su actividad política, los movimientos de mujeres han quitado prioridad a esta área2. Son muchos los motivos, y van desde la sensación de incomodidad ante las tecnologías digitales, debido a las disparidades de género, que son muy reales, hasta las muchas problemáticas urgentes que compiten entre sí y que reclaman nuestra atención en un movimiento cada vez más fragmentado, condicionado por la complejidad y los recursos decrecientes.
Ante este estado de las cosas, es un desafío el hacerse cargo de lo que, en la superficie, se presenta como funcional, y que posiblemente sólo tenga importancia para aquellos que tienen los recursos para acceder a las tecnologías.
Pareciera que el llamado de Haraway a conectarse sobre la base de afinidades políticas, más que de identidades, se oye más fuerte que nunca.
Considerando la violencia de género en internet
Un ejemplo puede verse en la cuestión de la violencia de género. Pese a ser un área central de las actividades apoyadas por los movimientos feministas, en la que se han hecho grandes avances, el impacto de las tecnologías digitales para hacer posibles y amplificar los actos violentos motivados por el género no ha sido sometido a los mismos niveles de monitoreo, análisis y examen detallado, lo que debe ser corregido para que puedan ser sujetos a imputabilidad.3
Debido a ello, las mujeres que han sido violadas4 o que se ven sometidas a una violencia continua en sus hogares5, donde se las amenaza con divulgar videos de contenido sexual, acceden con dificultad a la justicia.Tanto las leyes como la capacitación al personal policial y judicial para lidiar con la violencia de género vienen incluyendo con lentitud estas dimensiones que son cada vez más predominantes.6
Cuando se promulgan leyes sin la participación de defensores y defensoras de derechos de las mujeres, estas leyes -a menudo espoleadas por un pánico moralista- tienden a resultar proteccionistas y a restringir los derechos de las mujeres.7 Las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres luchan también por proporcionar apoyo, y reciben informes de los ataques que las mujeres enfrentan por sus opiniones o su activismo en internet y los medios sociales.8
Este complejo terreno viene siendo constantemente delimitado por múltiples actores que mantienen diversas relaciones de poder y de transparencia entre sí. Tal vez sea la primera vez que los programadores tengan que desempeñar un papel a la par de los legisladores en los esfuerzos por enfrentarse con y prevenir la violencia de género.
En la medida en que más feministas y activistas por los derechos de las mujeres se ocupan del problema de la violencia de género en línea, las conversaciones y las respuestas cambian de manera notable. Los acuerdos internacionales sobre derechos humanos empiezan a tener en cuenta la especificidad de las amenazas que se realizan a través de las tecnologías digitales, y que afectan a personas que son discriminadas negativamente sobre la base de su género y/o su sexualidad.9
Tal vez sea la primera vez que los programadores tengan que desempeñar un papel a la par de los legisladores en los esfuerzos por enfrentarse con y prevenir la violencia de género.
Los nuevos desafíos y las nuevas concepciones acerca de la aplicación de los derechos humanos, como por ejemplo el derecho a la libertad de expresión10, a la educación11 y a la intimidad12, ya comienzan a incorporar las experiencias y las materializaciones de género en sus análisis. Las corporaciones de los medios sociales dan una vuelta en U en su disposición a ocuparse del acoso en línea cuando las campañas como #FBrape13 y Take Back the Tech!14 reclaman que se asuman responsabilidades y se emprendan acciones.
También los/as activistas por los derechos en internet y la seguridad digital están empezando a prestar más atención a la especificidad de las amenazas a las mujeres y a las personas queer, cuyos cuerpos y manifestaciones ya se encuentran bajo una fuerte, aunque a veces, invisible vigilancia social, cultural y política.
Entonces, tenemos que involucrarnos. Porque nuestro compromiso es importante. Nuestro compromiso transforma la manera en que se desarrollan las tecnologías digitales y la internet, a qué intereses responden y cuáles son las reglas del juego. Nuestro compromiso vuelve visible lo que es invisible, incluso el costo de la exclusión y de la invisibilidad exacerbada. Nuestro compromiso da forma a lo que es imaginado y lo vuelve necesario, a la vez que posible.
Una política del compromiso
¿Cómo empezar a involucrarnos, en tanto movimiento? Cuando el terreno no sólo es complejo sino históricamente excluyente, con un sesgo masculino que se oculta detrás de un lenguaje de neutralidad técnica. Cuando nos encontramos pobres de recursos y estamos peleando múltiples batallas a la vez.
El tema del foro de AWID en 2016, "Futuros feministas: la construcción del poder colectivo por justicia y derechos" da una clave para responder esta pregunta.
Primero, estamos hablando del presente como si fuera del pasado, con la mirada del futuro.15Y el entretejido de las tecnologías digitales y de red en cada espacio de la vida personal, social, cultural, económica y política sólo va a acelerarse.
Esto incluye el acceso a servicios gubernamentales por derecho ciudadano que solo puede ejercerse tras registrarse en una base de datos centralizada;16 el reemplazo de los cuerpos (femeninos/inmigrantes/pobres) que realizan trabajos que requieren "escasa capacidad" por máquinas autónomas manejadas por inteligencia artificial;17 el diseño de ciudades y granjas eficientes, basado en la reunión y suma de personas, conductas e identidades;18 la lucha por la defensa de espacios para el consentimiento y la autonomía, en particular para las subjetividades ya "desviadas".19 Y más. No podemos permitirnos la indecisión ni el mutismo ante cómo imaginamos el futuro, tal como se despliega en el presente.
En segundo lugar, es necesario el trabajo de muchos movimientos que se junten en momentos de particular afinidad política para reconocer las luchas de cada persona, para aprender los respectivos lenguajes y para encontrar el nodo de conexión política para el compromiso colectivo. Es lo que Manuel Castells denomina "redes de indignación y esperanza".20
Las feministas lo conocen como la práctica y la política de la solidaridad. En este caso, para extender nuestra curiosidad y nuestro compromiso hacia luchas que van más allá de las banderas de los movimientos feministas y de mujeres. Y para descubrir, ocupar o crear espacios que hagan posible la solidaridad entre varios movimientos a través de las preguntas, el estímulo, el aprendizaje, las acciones
Los Principios feministas de internet (FPI por sus siglas en inglés)21 tomaron forma a través de un encuentro de ese tipo. Los principios no fueron diseñados como un conjunto de reglas o recomendaciones, sino como una articulación de problemáticas clave con políticas y enfoques feministas, para así comenzar a indagar. Expresan el tipo de internet que nos gustaría tener, y con cuya conformación vamos a colaborar. y la imaginación.
Descubrir, ocupar o crear espacios que hagan posible la solidaridad entre varios movimientos a través de las preguntas, el estímulo, el aprendizaje, las acciones y la imaginación.
Debido a que la marcha del desarrollo tecnológico trae consigo nuevas preguntas, consecuencias y problemas, dichos principios son asimilables a una serie de comas durante una conversación continua, más que a un punto y aparte, y así procuran atraer a más y más personas a formar parte de la conversación.
Esta metodología se apoya tanto en la política feminista, que defiende la propiedad colectiva y la distribución del poder, como en las políticas de apertura y creación de conocimiento a partir de los intercambios descentralizados, que defienden los/as activistas por los derechos en internet. En un ámbito en que cada persona es a la vez una especialista y una recién llegada, en una conversación que atraviesa tanto los temas como los movimientos.
Este enfoque entiende que lo que ocurre en línea siempre se localiza en la materialidad de las personas que intercambian en múltiples espacios. Así mismo, considera la importancia de construir vínculos resilientes que se manifiesten tanto de modo concreto como en corrientes de discurso informativo. Cada encuentro, y cada persona en ese encuentro, es un nodo y una jardinera a la vez.
Ilustración: Graffitti feminista de Ana Clara Marques, Brasil
Donna Harraway (1985) "A Manifesto for Cyborgs: Science, Technology, and Socialist Feminism in the 1980s", Socialist Review 15:2, pp 65-107. Reeditado en Haraway, Donna (1991) "A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century," en Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, Routledge.
Anita Gurumurthy and Nandini Chami (2015) “New readings of the tea cup - revisiting gender justice in the information society”, GenderIT: http://www.genderit.org/node/4416/ (19 de enero, 2017)
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Ibid n.10. El informe trata sobre la privacidad, el encripttado y el anonimato, y refiere al género en particular.
Anita Little (30 May 2013) “#FBrape Campaign Takes on Facebook Misogyny and Wins!”, Ms. Magazine Blog: http://msmagazine.com/blog/2013/05/30/fbrape-campaign-takes-on-facebook-misogyny-and-wins/ (19 de enero, 2017)
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Manuel Castells (2012) Networks of Outrage and Hope: Social Movements in the Internet Age. Malden: Polity Press.
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