Cuando reconocemos que la irrupción de las TIC en la vida de las personas ha generado un vuelco de 180 grados en su forma de pensarse, vincularse, desenvolverse y proyectarse, pensamos a la era digital con una connotación ventajosa extra para nosotras, las mujeres. Podemos comunicarnos entre pares, expresarnos libremente, tener mejor acceso a la información –siempre detentada por el poder cisheterosexual masculino-,explorarnos, derribar tabús y conocernos mejor. Así se plantean espacios para dejar atrás la opresión, el silenciamiento, el disciplinamiento histórico sobre nosotras. Tener acceso a las TIC y utilizarlas, es de alguna manera liberador.
Este idilio tiene su límite cuando se ve coartado por la violencia machista también en el ámbito digital, y por las múltiples formas que aquella adquiere para perpetuarse en este mundo virtual, originariamente pensado para la libertad de ideas, de identidad y de expansión personal y colectiva.Estamos frente a una dicotomía evidente, que se centra en las preguntas: ¿podemos lograr la libertad en Internet?¿el acceso y uso de las TIC nos hacen libres o nos encadenan?
Como usuarias en un mundo digital también machista, la toma de conciencia sobre nuestra existencia online, con el debido resguardo de nuestros datos personales, nuestra libertad de expresión y nuestras iniciativas son las que liberan y fomentan actividades y participaciones relevantes. Pero ¿qué ocurre cuando ocupamos el rol de consumidoras de toda tecnología que se nos presenta como útil o imprescindible para nuestra vida diaria, sin esta información?
Las apps como asistentes diarias… ¿para el cumplimiento de estereotipos de género?
Las app como softwares que se instalan fácilmente en nuestros dispositivos o computadoras, pretenden constituirse en herramientas para facilitarnos labores múltiples y asistirnos a conseguir con mayor inmediatez un fin determinado, desde obtener información específica sobre algo, hasta realizar una tarea profesional o incluso encontrar un espacio para el ocio y el entretenimiento. La continua oferta de apps para prácticamente la asistencia en todo aspecto de la vida diaria, nos da la idea, en principio, de grandes ventajas. Vemos con especial interés aquellas que son presentadas y lanzadasexclusivamente para las mujeres.
Pero a pesar de nuestras expectativas de mundo digital que nos sea un espacio horizontal desprovisto de estereotipos, controles hegemónicos, subordinaciones, reproducciones de modelos heteronormativos y violencias, afirmamos que lejos de encontrarnos con ello, cada plataforma virtual y ámbito de interacción digital refuerza los pilares del machismo.
Las apps no le escapan: al buscar opciones exclusivamente para mujeres, se nos invita grácilmente a descargarlas para ser más independientes y porque ¡resultan imprescindibles para nuestra vida!. Así, el abanico se abre esperablemente hacia: el maquillaje y la moda, el control de nuestro peso, la organización de las tareas del hogar, el progreso del embarazo, el registro de todo paso en el curso de la maternidad y el control de nuestros gastos, como si fuésemos incapaces de autogestionarlo con responsabilidad. O, lo que es más subliminal, como si no pudiésemos desenvolvernos adecuadamente en sociedad sin tener en cuenta estas máximas patriarcales,que debieran conformar nuestra óptima realidad. ¿Qué sería de las mujeres en el mundo sin reglas impuestas que seguir, no es cierto?
Cada plataforma virtual y ámbito de interacción digital refuerza los pilares del machismo
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Dentro de esta enumeración penosa, las más populares son las menstruapps: aquellas que realizan un seguimiento de nuestro ciclo menstrual, el control de la fertilidad a partir del cómputo de días fértiles o infértiles, y el constante recordatorio que nuestros cuerpos son mecanismos predecibles por algoritmos y estadísticas. Las menstruapps registran hoy el número más alto de descargas de apps para mujeres, y sin adentrarnos en el estudio de ellas en este artículo, recomendamos al respecto la lectura de los trabajos realizados por otras organizaciones afines, con las que compartimos plenamente el criterio.2
En contraposición, encontramos en el mercado de los varones apps con fines muy distintos donde la propuesta redunda casi en su totalidad a perfeccionar “habilidades inexploradas” o mejorar el poder de seducción masculino: maximizar desempeños culinarios; actualizar el estilo o el corte de pelo; descubrir el mejor restaurant; dormir bien –con ejercicios de relajación-; preparar tragos, cocktails y conocer vinos; mantenerse informados de las noticias en el mundo e incluso aplicaciones para la optimización de la vida sexual, donde los datos personales requeridos son sorpresivamente los de la pareja (¡que sea mujer!)y requieren por ejemplo, detalles sobre su ciclo menstrual. Estrepitosamente esperable, las apps más promocionadas para ellos en el mercado son las de citas (¡para ligar!)3. Recordamos en contraposición, que las más descargadas por las mujeres son las del control del ciclo menstrual y de la fertilidad.
Con esta información tenemos una breve reseña de cómo el mercado estipula los intereses de uno y otro género en el consumo de apps: el de ellos: el apetito sexual. El de ellas, el control de su sexualidad y de su cuerpo fértil.Según un estudio4 de SensorTower5, sin embargo, las apps más populares del año 2017 no hacen caso a este direccionamiento marketinero basado en los estereotipos de género: si bien el contenido que se pone a disposición tiene claras notas sexistas, los intereses son los mismos eventualmente. Y no sorprende.
Estrepitosamente esperable, las apps más promocionadas para ellos en el mercado son las de citas (¡para ligar!)3. Recordamos en contraposición, que las más descargadas por las mujeres son las del control del ciclo menstrual y de la fertilidad.
Cuando la violencia de género hace también al mercado
La violencia de género ya no es una problemática oculta y naturalizada sino puesta frente al mundo por el movimiento feminista, como la realidad en que hemos sido criadas,fundada en la estructura patriarcal que nos coloca como ciudadanas de segunda bajo el
poderío de una masculinidad opresora.
La tecnología de alguna forma recepta los reclamos de millones de mujeres en el mundo y ofrece información, asesoramiento, vínculos de interés, entre otros, como solución para paliar la desigualdad en la que nos desenvolvemos. Las apps que se ofertan en el mercado con marco en esta problemática devienen en instrumentos de sumo interés para nuestro estudio: propenden al empoderamiento y la apropiación de las tecnologías, pero al ser tan promocionadas entendemos que el mercado responde en este sentido, más a la oferta que a la demanda.6
Podríamos agrupar las propuestas de apps destinadas a las mujeres en una línea anti-violencias, en categorías7 según su finalidad:
1) Las que visibilizan violencias (ejemplo: zonas de acoso callejero);
2) Las instructivas (educan o promueven el conocimiento sobre temas de interés o
relacionados al colectivo);
3) Las de asistencia (brindan información o asesoramiento a las usuarias sobre determinados
requerimientos ante situaciones de peligro, vulnerabilidad, etc);
4) Las de sensibilización (promueven campañas para la concientización del colectivo);
5) Las de denuncia (promueven el acceso a la autoridad pública sobre determinado hecho
violento);
6) Las de emergencia (ofrecen mecanismos de alertas para activar ante situaciones de
necesidad);
7) Las combinadas o mixtas (el programa presenta varios de estos caracteres en una sola app).
Hemos analizado mediante la instalación en nuestros propios dispositivos móviles, un total de 46 apps en Argentina y el resto de Latinoamérica con los objetivos primordiales de saber qué ofrecen, cuáles son sus términos y condiciones conjuntamente con su política de privacidad y su utilidad real. Pero también nos hemos encontrado a lo largo de la experiencia con notas que plasmaremos en el presente ya que consideramos que son la contracara –poco conocida o visible-, de la descarga e intercambio de tantas fichas de datos personales como usuarias las utilicen.
Para iniciar este recorrido analítico, nos encontramos con que las apps en el marco de la violencia hacia las mujeres ofrecen:
1) recolectar registros para la visibilización de la violencia de género;
2) brindar información por ejemplo sobre los distintos tipos existentes;
3) educar sobre temas de salud reproductiva de las mujeres;
4) orientar sobre dónde podemos denunciar ataques, como principales funciones o servicios.
Algunas han sido anunciadas con bombos y platillos por los gobiernos, otras han sido gestionadas por organizaciones no gubernamentales. Hay aplicaciones que han surgido a propuesta y con recursos de los municipios. Algunas son simples de usar, expeditivas y prácticas; otras requieren un nivel de alfabetización digital que no todas las mujeres tenemos. Un pequeño porcentaje solicita solamente datos personales mínimos; otro grandísimo actúa como una auténtica aspiradora de datos personales.
Nuestra premisa fue determinar si estas variantes y cantidad de apps devienen de utilidad real o tienen fines que escapan a la asistencia de miles de mujeres en Argentina y en Latinoamérica.
Por ejemplo, dentro de las ofrecidas como recursos desde el Estado, analizamos las siguientes entre otras:
1)Seguridad Provincia (provincia de Buenos Aires, Argentina);
2) Línea 144 (para urgencias, Argentina);
3)SOS Mujer (El Salvador);
4)Calculadora EC (Ecuador);
5)Vive Segura CMDX (México);
6)Toxímetro (Perú);
7)Reportes MP(Guatemala);
Del total de 46 apps, son realmente pocas las que surgen mediante un fácil o mediano nivel de búsqueda. Tuvimos en cuenta que una buena publicidad (por medios de comunicación masiva, portales de Internet, etc), es determinante de la eficiencia de la propuesta: si las mujeres no tienen conocimiento que estas herramientas existen, ya de inicio hay una barrera insoslayable para que cumpla el objetivo.
En el listado de apps bajo estudio, se analizó por ende la difusión de cada una al momento de su lanzamiento y notamos que la gran mayoría, ni siquiera surge ante una simple búsqueda en Google con la voz: Apps violencia de género + /país/y en las tiendas de los dispositivos con la voz: Violencia de género. Esto implica un obstáculo destacable en el efectivo acceso del sector de la población al que se dirige.
Argentina registra un alto número de apps ofrecidas desde municipios y provincias, lo que no surge claramente en otros países salvo por México (Vive Segura Jalisco; Mujer Segura Michoacán, etc). Bolivia y Chile ofrecen opciones desde la sociedad civil y los sectores privados (SOS Mujer o PAM! y Antonia respectivamente), pero no hay apps trascendentes como política de Estado contra la violencia hacia las mujeres. Brasil se caracteriza por una clara tendencia a las apps de visibilización, como es Assedio Zero, y Argentina por las apps de emergencia (DAMA, Alerta Campana, Violencia Género Quilmes, etc).
Entre las apps ofrecidas desde áreas de la sociedad civil, las más llamativas e innovadoras son: Ellas (Colombia- Informativa), PutySeñal (Argentina – Informativa sobre violencia institucional) y Women Interrupted (Informativa- sobre mansplaining).
Políticas de privacidad, términos y condiciones: ¿sabemos el costo que nos supone su utilización?
La realidad dicta que realmente muy pocas usuarias leemos efectivamente las políticas sobre datos personales al aceptar la instalación de una o varias apps en nuestros
dispositivos. Esto lleva a la conclusión que la cesión de datos personales que realizamos no es ni consciente ni expresa. La cantidad de información que suministramos al iniciar cualquier app
es impresionante: no sólo solicitan permisos cuestionables -como el acceso al micrófono y las cámaras delantera y trasera del celular-, sino también incluso llegan a solicitar el domicilio
físico de la usuaria.
Otro tema a destacar: la redacción de las políticas de privacidad no ofrece toda la información que las usuarias debemos conocer sobre la protección que se le brinda –o no-, a los datos que nos recaban. El grado de desinformación agrava cuando notamos que las apps de origen internacional (por ejemplo, Safetipin o NaturalCycles) con gran cantidad de descargas en Latinoamérica,
ni siquiera tienen redactados los términos y condiciones en otro idioma más que el inglés. Como broche, casi todas las apps recogen datos del dispositivo en uso: IMEI, sistema operativo y datos de red.
La redacción de las políticas de privacidad no ofrece toda la información que las usuarias debemos conocer sobre la protección que se le brinda –o no-, a los datos que nos recaban
Este pequeño repaso debería motivar a las usuarias a la práctica de la exploración de sus apps. Encontrarán incluso que muchas apps NO disponen siquiera de una pestaña con
términos y condiciones o políticas de privacidad; o sea, se valen de nuestros datos personales pero nunca sabremos a donde irán a parar.
En conclusión: ¿Somos usuarias o somos producto?
¿Las apps son un servicio para nosotras o nosotras somos la oferta a un mercado mayor? ¿Cómo pensamos a las apps si pensamos en su contracara: ¿una privacidad en riesgo?
La utilización de las TIC en nuestras vidas es un hecho validado y por ende cada vez menos cuestionado; lejos estamos de hacer hoy las críticas que se oían en tiempos no muy lejanos sobre cómo la tecnología afectaría al mundo mediante alteraciones psíquicas y
sociales, con correlatos de alienación y/o de inutilización de nuestras habilidades u oportunidades en todo ámbito. Por el contrario, la ola digital no sólo ya no es amenazante sino
que además, nos resulta atractiva y digna de explorar.
El problema radica en una sola cuestión: de cómo esa invitación a explorar –y la pulsión a hacerlo, con motivaciones que no siempre son personales (la oferta en un mundo ferozmente mercantil crea la demanda, ¡a no olvidar!)-, nos introduce en un mundillo con el
ofrecimiento de algo, que en comparación con lo que nos quita (toda la información que proporcionamos), es desproporcional.
Para completar este informe, hemos evaluado con perspectiva de género si aún así, las usuarias se ven beneficiadas realmente. Dicho de otra forma, si el costo lo vale. Lastimosamente, las apps
para mujeres en general no aportan absolutamente nada por fuera de lo patriarcalmente ofrecido para nosotras (no necesitamos saber cómo maquillarnos, y tampoco aprender técnicas para no realizar gastos excesivos en indumentaria). La poca oferta de apps que pueden ser útiles –por ser de asistencia o emergencia-, no llega a compensar las necesidades colectivas; se plantean como recursos interesantes pero la mayoría no devela ningún misterio.
Con el foco puesto en las mujeres que no tienen acceso a la información como en las grandes ciudades o que forman parte de estratos socioeconómicos vulnerables, las apps en este campo no hacen tampoco la diferencia, ya que no todas tenemos acceso a un smartphone y quienes sí lo tenemos encontramos otras vallas como lo son la conectividad o el desconocimiento mismo del uso de las TIC en un nivel medianamente profundo para manipular, por ejemplo, las distintas funciones de un dispositivo o regular la cesión de los propios datos personales.
Nos introduce en un mundillo con el ofrecimiento de algo, que en comparación con lo que nos quita (toda la información que proporcionamos), es desproporcional.
Recordemos que una app no resuelve un problema: asiste. La asistencia implica la ayuda o el socorro frente a cualquier faena -que no puede ser ejecutada sin la predisposición o colaboración de quien la requiere, lógicamente. La información recortada y descontextualizada por ende, requiere interlocutoras no meramente receptivas sino también que la comprendan. Y este entendimiento también juega sobre la herramienta que está utilizando para alcanzarla. Tantas barreras inhiben la posibilidad de efectos trascendentales o a largo plazo sobre la población destinataria en su vínculo con las TIC. Lo mecánico de descargar una app y usarla sin demasiada profundización no es apropiación del recurso tecnológico. Este panorama trae al Estado -que garantice derechos e instruya sobre ellos-, como un actor necesario. Y las apps no lo sustituyen.
Con un conocimiento real sobre nuestros derechos digitales, las apps pueden ser vistas como un instrumento útil, pero prescindible. Que hoy por hoy impliquen en muchos casos la única manera de acceder a la autoexploración y al conocimiento efectivo de nuestras realidades, no las hacen poderosas. El desafío es instar a las mujeres a una real comprensión del entorno digital, para que logremos descartar ofertas que conlleven la vulneración de nuestros derechos –como por ejemplo al anonimato o a la privacidad-, aún cuando se presenten como herramientas innovadoras que nos harán sentir más felices.
Autoras
Maria Eugenia Orbea: abogada y feminista radical, egresada de la Universidad de La Plata, secretaria de la Fundación Activismo Feminista Digital, es articulista y disertante en temas de género y tecnologías, con interés específico en seguridad informática, análisis de herramientas, redes sociales y ámbitos tecnológicos.
Julieta Luceri: abogada y feminista radical, egresada de la Universidad de La Plata, integra el Comité Ejecutivo de la Fundación Activismo Feminista Digital, es disertante e investigadora en temas de vigilancia y control hacia las mujeres en internet, especializada en asesoramiento y representación de víctimas de violencia digital ante la justicia.
Florencia Cadario: abogada y feminista radical, egresada de la Universidad de La Plata, con estudios en curso para la Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de La Plata. Encargada del Departamento de Conectividad Internacional de la Fundación Activismo Digital Feminista. Se especializa en estudios del rol de las mujeres en procesos históricos internacionalese e investiga con perspectiva de género las acciones positivas de los Estados y los organismos internacionales en el ámbito de las TIC.
Marina Benitez Demtschenko: abogada y feminista radical, egresada de la Universidad de La Plata, con estudios de posgrado en la Especialización en Derecho Informático en la Universidad de Buenos Aires. Disertante y expositora, participa en programas de radio locales como columnista y en medios de comunicación masiva gráfica y televisiva. Asesora legislativa en la Honorable Cámara de Diputados y en la Honorable Cámara de Senadores (Provincia de Buenos Aires). También es asesora legislativa en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación argentina. Su ámbito de interés e investigación es la problemática de la violencia virtual hacia las mujeres.
1 Podemos citar al azar, artículos de distintos periódicos, revistas y portales digitales de información que
así lo proponen.
2 Coding Rights– Menstruapps: ¿Cómo convertirtu menstruación en diseño para los demás? y
la publicación de Agencia de Noticias RedAcción (anred.org) - Menstruapps o cómo hacer negocio con
los datos de nillones de mujeres?
3 Sugerimos se coloque en el navegador Google la voz: apps para hombres más populares 2017
4 Conforme Diario La Vanguardia, disponible para su lectura en:
http://www.lavanguardia.com/tecnologia/20180117/4463034171/aplicaciones-...
2017-en-el-mundo.html; Informe de base en: https://sensortower.com/blog/top-apps-andpublishers-
2017
5 sensortower.com
6 Recomendamos la lectura del artículo de Orbita Diversa (orbitadiversa.org) (España) – Apptivismo:
Tecnología feminista para destruir al patriarcado
7 La clasificación es propia.
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