Photo

Una niña creciendo en la década del 80 en la región centroamericana, en Honduras y en el ámbito de la educación pública tenía pocas posibilidades de acceder a cualquier tipo de tecnología. Para nosotras era difícil incluso acceder a los libros como fuente de conocimiento y las cartas eran un medio de comunicación al que solo algunas teníamos acceso. Toda la música - que no era la misma música que escuchaba mi madre – estaba disponible solo en inglés y se limitaba a tres el número de canales de televisión a los que teníamos acceso. Los medios de comunicación e información eran unidireccionales y poco tenían que ver con la vida a la que nos enfrentábamos a diario. La comunicación y la información se veían como algo manejado solo por “los expertos”.



La comunicación y la información se veían como algo manejado solo por “los expertos”


Pero tras algunos años el boom tecnológico comenzó a llegar a Honduras y con él llegó internet. Algunas de nosotras tuvimos el privilegio de “aprender” los principios básicos del funcionamiento de las computadoras. Esto provocó en algunas una fascinación por el nuevo mundo que se abría y, en otras, un terror absoluto a todo lo que tuviera que ver con máquinas, tecnología y, a veces, con la comunicación. En esa tendencia “revolucionaria” quienes “aprendían” más rápido y dominaban la tecnología eran los varones pero pocas entendíamos que su dominio se debía a todo el tiempo, la aprobación y los recursos con los que ellos contaban para su acceso. Pero en lo que hace a internet y las tecnologías, al igual que en nuestras sociedades, no hay neutralidad y el acceso - aunque cada vez más amplio - sigue siendo determinado por múltiples factores sociales y de género.



Los movimientos de mujeres y feministas hemos apuntado que la tecnología tiene un valor político y social, porque su contribución a la construcción colectiva de la vida puede ser una herramienta tanto de empoderamiento como de perpetración de las desigualdades en general y en particular de las de género


Es por eso que los movimientos de mujeres y feministas hemos apuntado que la tecnología tiene un valor político y social, porque su contribución a la construcción colectiva de la vida puede ser una herramienta tanto de empoderamiento como de perpetración de las desigualdades en general y en particular de las de género. Es por eso que desde JASS Mesoamérica intentamos favorecer y extender el uso político de las tecnologías de información y comunicación para facilitar la vinculación entre mujeres diversas, ampliar sus voces e incidir en el imaginario colectivo. En ese camino nos encontramos con el Programa de apoyo a las redes de mujeres de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones y su maravillosa forma de poner el uso de las TIC al alcance de las mujeres y a favor de sus luchas. Gracias al PARM de APC, un grupo amplio de defensoras de derechos de las mujeres tuvimos la oportunidad de encontrarnos en un taller regional en Costa Rica para hablar sobre el significado del uso de las TIC en nuestro quehacer cotidiano y las implicaciones que estas tienen en nuestro entorno en materia de seguridad.


En dicho taller hablamos ampliamente de la vulnerabilidad a la que la estamos expuestas al no tener conciencia plena del funcionamiento y uso de las tecnologías y sus posibles peligros. También compartimos herramientas que enriquecen las distintas labores que realizamos en nuestras luchas por la defensa de los derechos de las mujeres. Para mí, uno de los aprendizajes más importantes tuvo que ver con incorporar el concepto de huellas digitales y lo trascendental que es tomar conciencia de las mismas. También abordamos el tema de la violencia contra las mujeres y su vinculación con las TIC. Tener ese diálogo fue impactante a la vez que nos permitió estar al tanto sobre las alternativas y conocer proyectos e iniciativas que ya están ocupándose de estos ataques. Es esperanzador ver cómo sitios web, comunidades y diversas herramientas se usan para denunciar, proteger a las sobrevivientes y mostrarles opciones para salir de esa violencia en todas sus expresiones.


Gracias a este espacio pudimos reeducarnos sobre el uso seguro de las tecnologías, aprovechar los espacios de denuncia, conocer qué podemos hacer para que esto no ocurra más y, de esta manera, poder detener los abusos de poder, el chantaje y el control que desde diversos lugares pueden ejercer sobre nuestro accionar virtual.



¿Que no hay nada qué hacer? No lo creo.


¿Que no hay nada qué hacer? No lo creo. De hecho ya se hace bastante y aún así hay mucho camino por recorrer. Pero ese camino lo recorremos juntas, reconociendo que es importante apropiarnos de las tecnologías, descubrirlas para compartir nuestras luchas y resistencias pero sin dejar de lado la certeza de que solo combinándolas con las alternativas de protección podemos hacer de éstas un lugar seguro.


Esta edición de GenderIT.org nos permitirá conocer un poco más sobre las discusiones vigentes en materia de derechos humanos en internet, con el foco puesto en las contribuciones realizadas por APC junto a otras organizaciones de la sociedad civil para contribuir desde los respectivos informes nacionales al proceso del Examen periódico universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos.



La experiencia (del EPU) permitió que las organizaciones de la sociedad civil pusieran en alto sus voces y fueran escuchadas de manera amplia y respetuosa por la comunidad internacional


Honduras presentó por primera vez la situación de derechos humanos en el país mediante el EPU en noviembre de 2010. Para resaltar solo algunas de las explicaciones que el Estado debió proporcionar, destacamos el Golpe de Estado perpetrado en 2009, los femicidios, los crímenes de miembros de la comunidad LGBTI, las muertes, amenazas, atentados y actos de hostigamiento que sufren defensores y defensoras de los derechos humanos en el país y los múltiples obstáculos que enfrentan para realizar su trabajo, entre otras violaciones a sus derechos. Esta experiencia permitió que las organizaciones de la sociedad civil pusieran en alto sus voces y fueran escuchadas de manera amplia y respetuosa por la comunidad internacional.


Es importante resaltar que la Resolución 5/1 permite una participación activa de las organizaciones no gubernamentales en el mecanismo del Examen periódico universal. El EPU debe “asegurar la participación de todos los actores interesados pertinentes, con inclusión de las organizaciones no gubernamentales y de las instituciones nacionales de derechos humanos, de conformidad con la resolución 60/251 de la Asamblea General de 15 de marzo de 2006 y la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social de 25 de julio de 1996, así como cualquier decisión que el Consejo pueda adoptar al respecto”, párrafo 3 (m).


En el marco de la campaña ¡Conecta tus derechos! Los derechos en internet son derechos humanos la presente edición de GenderIT.org explora cómo activistas y organizaciones de la sociedad civil de diferentes países han utilizado este instrumento como una gran oportunidad para alzar las voces de sus movimientos en este espacio trascendental de rendición de cuentas de nuestros estados ante la comunidad internacional.


El recorrido comienza con la entrevista realizada por Sonia Randhawa a Jelen Paclarin del Women's Legal Bureau (WLB), autora del informe de contribución para el EPU de Filipinas.


Desde Asia nos trasladamos hasta América Latina para presentar las entrevistas realizadas por Flavia Fascendini, editora en español y portugués de GenderIT.org a Magaly Pazello sobre la contribución al EPU de Brasil y a Valeria Betancourt, directora del Programa de políticas de información y comunicación de APC sobre las recomendaciones enviadas al Gobierno de Ecuador.


Invito a todos y a todas a conocer e identificar las similitudes y diferencias que sus propias luchas tienen en común con las relatadas en esta edición y a, una vez más, conectar nuestros derechos a través de las TIC.


---fin---


Esta edición forma parte de la campaña de APC “¡Conecta tus derechos! Los derechos en internet son derechos humanos” financiada por la Agencia Sueca Internacional de Cooperación al Desarrollo (Sida)


Foto de drl. Utilizada con permiso bajo licencia Creative Commons 2.0.




Daysi Flores Hernández creció en Tegucigalpa, Honduras. Daysi es ingeniera civil, especialista en comunicación y medios sociales, activista ambiental y defensora de los derechos humanos de las mujeres. Es coordinadora regional de comunicación y vinculación de JASS Mesoamérica.

Add new comment

Plain text

  • Lines and paragraphs break automatically.
  • Allowed HTML tags: <br><p>