Gozar y vivir en libertad son las peores amenazas para quien busca que las mujeres vivamos con miedo. La campaña #PensarAntesdeSextear propone a las mujeres como solución al problema real de la difusión sin consentimiento de imágenes con contenido íntimo que renuncien a sus derechos sexuales.
La campaña dice “No hagas sexting”, y falla rotundamente por las siguientes razones:
1. Oculta el verdadero delito. Para la campaña si somos afectadas por sextorsión, cyberbullying o difamación es porque nos tomamos la foto o el video, cuando el problema real es que una persona difundió imágenes íntimas sin nuestro consentimiento.
El sexting no significa por sí mismo una violación a la privacidad, porque cuando compartimos imágenes eróticas con consentimiento en el contexto de una relación íntima no hay un acuerdo de que sean distribuidas más allá de ese espacio de confianza, que una mujer haya consentido tomarse o enviar una foto no significa que dio autorización para que fuera compartida con otras personas o en redes sociales.
2. Falla en identificar a la violencia contra las mujeres en línea. Difundir imágenes íntimas sin consentimiento es una forma de violencia en línea contra las mujeres, pero la campaña no la nombra como tal.
Dominemos la tecnología mapeó más de mil casos mundialmente y descubrió que las mujeres menores de 30 años, en una relación íntima, con un perfil público o sobrevivientes de violencia física son las más afectadas. Además, en 40 por ciento de los casos los agresores son conocidos.
Estos datos nos dicen que esta violencia no está desvinculada de la que vivimos en la calles y en nuestras casas, no está lejos de relaciones violentas, del acoso y del abuso sexual, por el contrario es parte de las violencias machistas que vivimos día a día y que nos causan daños reales emocionales, físicos y sexuales.
3. ¿Daños al honor? #PensarAntesdeSextear dice que el sexting atenta contra el “honor” de las mujeres, esto es problemático porque históricamente este concepto ha sido usado para justificar el asesinato de mujeres que desafían lo que la sociedad exige moralmente de ellas, como sucedió recientemente con Qandeel Bandoch en Paquistán.
Cuando se habla de “honor” se tiende a decir que las familias y los hombres se sienten deshonrados por la conducta de mujeres libres. Hablar de atentados al honor es justificar una visión que castiga nuestra vida sexual, porque una mujer que goza y que es dueña de su cuerpo es mal vista.
Por eso la difusión de contenido íntimo no afecta igual a mujeres y a hombres, la conversación social que se genera en torno a fotos o video sexuales le aplaude a él y la ridiculiza a ella, ¿por qué si los dos están implicados en el mismo acto?
4. Niega nuestros derechos sexuales. Ya lo han dicho Derechos Digitales, R3D y CatalinaporDios, tener una vida sexual plena, gozosa, libre y consensuada es un derecho sexual.
La carga reproductiva ha marcado históricamente nuestra sexualidad pero las mujeres tenemos sexo porque nos gusta. Ejercer nuestra sexualidad de manera segura también significa contar con contextos seguros para hacerlo, incluyendo los digitales. Las políticas públicas y campañas deben buscar cambiar las condiciones estructurales de violencia que nos ponen en riesgo y no pedirnos renunciar a nuestros derechos porque somos vulnerables.
5. ¿Mitigación del riesgo o control? Sensibilizar sobre el riesgo a partir del miedo no busca que tomemos decisiones informadas ni que seamos usuarias más competentes de las tecnologías, por el contrario nos inmoviliza. #PensarAntesdeSextear no nos brinda opciones para procurarnos entornos digitales seguros, ¿no nos ofrece alternativas porque nos considera incapaces de defendernos?
“Piénsalo mejor” es lo que le dicen los grupos pro-vida a las mujeres que quieren abortar, lo que está detrás de pedirnos pensar dos veces nuestras decisiones sexuales es una profunda desconfianza en nuestra capacidad de tomar de decisiones.
Culpar antes de pensar es lo que hace la campaña #PensarAntesdeSextear, violenta a las mujeres al sugerirles que ellas tienen la culpa por hacer sexting. Difundir contenido íntimo sin consentimiento es el verdadero problema y debería ser un delito. Hay que poner la carga en el agresor y no en la víctima. No te sientas culpable si él difundió fotos tuyas, ya basta de culpar a las mujeres.
* Lulú V. Barrera es letróloga de formación, antropóloga por historia de vida y activista por decisión. Cree que debe reescribirse la historia, volver lo familiar extraño y extraño lo familiar, y sueña con otros mundos posibles. Admiradora de mujeres guerreras, creó y conduce “Luchadoras” en Rompeviento TV.
Este artículo fue publicado con permiso de CimacNoticias
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