Cuando estaba en el colegio era común entre las niñas de la escuela pasar en clases un cuaderno en el que respondíamos diferentes preguntas: nuestra materia favorita, color o programa de tv que más nos gustaba. A medida que pasaban las hojas del cuaderno, el tono de las preguntas subía hasta preguntar quién te gusta y si habías besado a un chico.
Éramos sinceras con nuestras respuestas porque creíamos ciegamente en el anonimato del “chismografo”, hasta que alguien se enteraba quien te gustaba y pedias a gritos que te tragara la tierra.
Hoy en día hablar de anonimato es como comer verduras, puede que no te gusten pero sabes que son necesarias y puede que te gusten a ti, pero a otros no. A mediados de noviembre del 2017 di un taller sobre internet feminista y cuando explicaba el tema del anonimato como parte de los principios feministas para internet, una de las chicas me dijo que fue una cuenta anónima la que estuvo acosándola, entonces ¿cómo podemos defender algo que no conocemos? ¿cómo les decimos que confíen en el anonimato si los machitrolles se disfrazan de anónimos? Excelentes preguntas.
¿Qué es el anonimato?
En el libro internet en México Martínez y Flores (2016) explicaron que el anonimato es “una expresión más de la identidad de la persona; una en la que puede explorar facetas o realizar acciones que de otra manera serían imposibles o muy difíciles” (p. 44)
Entendemos que internet es una nueva esfera pública donde se dan debates y se tejen redes. Sin embargo toda interacción en internet converge desde dos planos: el digital y el físico, es decir una identidad digital que transita desde la web y el lugar físico desde el que estas tipiando sea un smartphone o computadora, por lo tanto ¿cómo podemos asegurarnos del anonimato?
Martínez y Flores (2016) señalan que “la capacidad de “ser anónimo” como derecho es una consecuencia del desarrollo de la libertad de expresión; reside en la voluntad de la persona para revelar o no uno de sus atributos personalísimos, la identidad, para establecer contacto con el mundo y para expresar sus ideas o acceder a información”. Pero el uso de aplicaciones nos exige la identificación de la persona, puede que uses una foto de perfil que no te identifique pero la aplicación en cuestión te exige un registro con un correo electrónico.
“La capacidad de “ser anónimo” como derecho es una consecuencia del desarrollo de la libertad de expresión”
Lo que logra el anonimato es la capacidad de confianza y seguridad para promover y luchar. Vladimir Garay lo expresa “el anonimato es sumamente importante, pues garantiza el ejercicio de diversos derechos: a expresarnos, a reunirnos, a la protesta social, a buscar información y ayuda”.
Desde los Principios feministas para internet, encontramos en el principio 15 el tema del anonimato, como defensa, derecho a nuestra libertad de expresión y algo muy importante, la capacidad de poder experimentar y vivir nuestra identidad de género.
“Defendemos el derecho al anonimato y rechazamos todo intento de restringirlo en línea. El anonimato permite nuestra libertad de expresión en línea, sobre todo cuando se trata de romper los tabúes de la sexualidad y la heteronormatividad. También nos permite experimentar con la identidad de género y garantiza la seguridad de las mujeres y las personas queer que se ven afectadas por la discriminación”.
Pero el anonimato es sumamente importante, garantiza el ejercicio de diversos derechos: a expresarnos, a reunirnos, a la protesta social, a buscar información y ayuda, entre muchos otros.
El anonimato permite nuestra libertad de expresión en línea, sobre todo cuando se trata de romper los tabúes de la sexualidad y la heteronormatividad.
Ser o no ser anónimo
Ahora bien nos enfrentamos a una cuestión: si el anonimato defiende nuestros derechos, ¿entonces por qué debemos tenerle miedo?
El anonimato en internet permite la despersonalización para tomar un nombre de fantasía y una personalidad diferente. Esta puede ser usada con diferentes fines, algunos de ellos como registrarse en diferentes buscadores o correos electrónicos para que los grandes corporativos no tengan información sensible, adoptar una personalidad que nos permita opinar sin temores – o arriesgar nuestros empleos- y otra que causa temor ofendiendo -hostigando.
Entonces internet se llena de mensajes y discursos de odio que se esconden bajo la máscara del anonimato. Por ejemplo, la aparición de machitrolles que desde cuentas anónimas responden con mensajes o imágenes agresivas a publicaciones realizadas por compañeras activistas o mujeres que expresan su opinión en redes sociales. Les invito a leer Carta a un machitroll
Muchas de estas cuentas de machitrolles son anónimas, personas que toman una apariencia masculina y atacan. No es para tomar de menos estas acciones, compañeras activistas han sido víctimas de violencia a partir de esas cuentas.
El anonimato nos permite entonces proteger nuestra identidad y poder trabajar como activistas sin ser víctima –o al menos en menor medida- de acoso, hostigamiento y persecución política, pero en esta misma gran telaraña digital encontramos a personajes como los machitrolles – sean cuentas falsas o verdaderas- que usan el anonimato para agredir y difundir un mensaje de odio.
¿Qué podemos hacer contra ellos? Primeramente no tenerles miedo pero enfrentarlos puede traer más agresión o silencio por parte de las cuentas anónimas. Mantén la calma y reporta las cuentas ya solo así podemos ayudar a limpiar las redes.
Consulta “Una guía para personas sobrevivientes de acoso y abuso digital”
En esta misma gran telaraña digital encontramos a personajes como los machitrolles – sean cuentas falsas o verdaderas- que usan el anonimato para agredir y difundir un mensaje de odio.
Un ejercicio de anonimato
El verano del 2017 nos trajo una app que se volvía popular y era el interés de todos los internautas: Saraha
Esta app fue creada en Arabia Saudita en 2016 con el objetivo de que los empleados de una empresa se comunicaran con sus jefes por medio de mensajes anónimos para poder expresar su sentir.
Zain al-Abidin Tawfiq desarrollador de la app creyó que el anonimato era una buena estrategia para comunicarse entre sus empleados, por lo que en el 2017 se volvió popular. Lamentablemente así como llegó de fugaz, fugaz desapareció, diversas ONG reportaba la recolección de información de las y los usuarios
Saraha se convirtió en pocos días en un excelente referente de anonimato y lo que usuarios creen que es. La aplicación era sencilla de utilizar y prometía que no había forma de que la persona que recibía el mensaje tuviera conocimiento de quien lo había enviado, pero no era un anonimato completo, para poder acceder te solicitaba una cuenta de correo electrónico y autentificar la misma con un link que se enviaba.
Probablemente este no resulte un ejercicio de defensa de derechos, pero nos muestra cómo es que los internautas perciben en anonimato y el uso que le dan a esta “invisibilidad” que les “regala” –este regalo de anonimato tiene un costo que es proporcionar un correo electrónico- una aplicación.
Durante 6 días en la aplicación recibí 38* mensajes, los cuales clasifique como:
Saludos (hola, emojis, ok) 7
Cumplidos (admiración por mi trabajo, por lo que hago) 11
Enamorados (frases románticas, coqueteos, besos, cumplidos a mi físico) 8
Ofensivos (mensajes ofensivos, burlas) 4
Reflexivos (comparten una reflexión sobre la app o algún tema) 4
Cuestionamientos (realizan preguntas) 6
Algunos de estos mensajes:
“Oye tu, feminazi”
“siempre me has parecido una mujer atractiva, me gustas y de frente te lo diria sin dudar.”
“Eres Lesbiana?”
“Nazi”
“Eres una gran compañera feminista. Es un placer encontrarte en esta lucha ”
“Por muy millenial que soy no le hallo sentido a estos asks anónimos, es como cuando dejabas notitas en los pupitres de la gente? En ese caso, ¿quién te gusta Angie? Anda confiesa!”
“eres una perra”
“Sigue haciendo el buen trabajo que haces.”
“Dejate la greña larga de vez en cuando :)”
Me parece muy interesante como la aplicación permitió que desde el anonimato varias personas se expresaran de forma libre, algunos de ellas o ellos expresando su amor, pero también -aunque en menor medida- mensajes de odio como “feminazi”, “nazi”, “perra” y unos dando consejos de cómo debería de usar mi cabello.
¿Qué sucedía con Saraha?, adquirías un nombre de fantasía que utilizabas para darte a conocer y desde las redes sociales se animaba a otros compañeros para que entraran a probarla.
La aplicación permitió que desde el anonimato varias personas se expresaran de forma libre, algunos de ellas o ellos expresando su amor, pero también -aunque en menor medida- hubo mensajes de odio
El anonimato pop
Pregunté a varios amigos de las redes sociales que abrieron sus cuentas de Saraha su experiencia: ¿Crees que la app Sahara fomenta el anonimato?, a lo que me respondían que “Claro. Se sustenta en él”, “No, el anonimato va más allá del servicio de una app”, “sí, y sobre todo, las ganas de ser anónimos.”
En la pregunta ¿Te sentiste seguro?, respondieron: “No. Porque no sé quién maneja mis datos, en qué servidor del mundo estén y no sé cómo se usaran”, “al principio temeroso, pero luego seguro, es exponerse a la opinión público y ni sabes que pueden decirte”, “Sí, porque finalmente, quien conoce tu perfil es porque te da seguimiento en alguna otra plataforma digital”
Creen que la aplicación los hace invisibles y libres de opinar, pero existe una conciencia del miedo, ¿qué pasa con su información?
Este tipo de aplicaciones lo que logran es fomentar un anonimato light o pop, que solo nos muestra un de las varias caras del anonimato y lo hace ver como algo tan simple y sencillo que cualquiera con un nombre de fantasía y una foto de perfil distinta puede crear una presencia alterna en internet.
Al fomentar el anonimato pop no estamos difundiendo entre los usuarios herramientas básicas sobre el cuidado de su información y de su persona.
Saraha me recordó al chismografo de mi infancia, pero, a diferencia de las hojas con dibujos en las esquinas, también esta aplicación se prestó para difundir mensajes de odio a partir de la sombra de un anonimato pop que permite la asimilación pronta y sencilla de estas herramientas.
Creen que la aplicación los hace invisibles y libres de opinar, pero existe una conciencia del miedo, ¿qué pasa con su información?
Anonimato y lucha
Me es imposible no pensar en anonimato como una bandera de lucha para la defensa de nuestros derechos, Derechos Digitales promueve una campaña llamada El Anonimato nos defiende que defiende el anonimato, las personas y comparte tres consejos para proteger nuestra identidad en internet
Para nosotras y la comunidad LGBTIH el anonimato debe ser una bandera y una opción que nos ayude a promover nuestros derechos y la constante lucha que se tiene para garantizarlos. La seguridad de las mujeres y de los/las integrantes de la diversidad sexual se ha convertido en una herramienta que nos da tranquilidad ante la ausencia de estrategias que fomenten la no violencia digital.
En el camino nos vamos a topar con machitrolles. Para ellos su anonimato se debe de acabar y hay que garantizar que sus prácticas no se repitan. Algunos avances en esa materia son las estrategias de reporte y denuncia de empresas como Twitter y Google.
A diferencia del chismografo, defender nuestro derecho al anonimato es defender un internet seguro para nosotras.
Footnotes
*la suma total da más porque algunos internautas en una misma línea planteaban dos temas distintos.
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