La figura de la jovencita de rasgos asiáticos se destaca en el camino. Avanza a paso firme, vestida con traje de ninja. Parece segura ante la posibilidad de cruzar un bosque y se acerca a la espesura sin titubear. De pronto, aparece una docena de hombres, también ninjas, que comienzan a perseguirla. La carrera es veloz, difícil, imposible de ganar. Los hombres la rodean, comienza una suerte de lucha, le arrancan el traje...
Dejo de mirar. Me cuesta pensar que a alguien le divierta presenciar una violación múltiple, de una violencia cruel y perversa. Sin embargo, el dibujo animado pensado para adultos (¿adultos?) es muy popular y circula por Internet sin censuras, las 24 horas.
Este dibujo animado es sólo un ejemplo del modo en que la violencia, y en este caso la violencia hacia las mujeres, es considerada por muchos como un mero entretenimiento. Se argumenta que nadie va a salir a agredir a las mujeres sólo por verlos en la red ni por jugar con situaciones de franco desprecio por la dignidad y por la vida en los numerosos videojuegos que pueblan las consolas de millones de niños, adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes. Pero, de alguna manera este tipo de materiales fomentan una suerte de naturalización de las acciones y situaciones violentas, en este caso contra las mujeres, que a la larga pueden dar sustento a acciones similares en la vida real.
En un estudio muy detallado que realizó Amnistía Internacional, Sección Española, sobre la violación de derechos humanos en los videojuegos, aparecen características más que preocupantes sobre los contenidos de algunos de estos materiales que con tanta facilidad se pueden bajar en cualquier computadora o comprar en los negocios de computación. Con el nombre “Con la violencia hacia las mujeres no se juega" (1), este informe denuncia una serie de videojuegos donde se degrada a las mujeres, que reciben agresiones, e incluso sufren torturas, que mientras los jugadores ganan puntos.
En muchos de estos videojuegos, se utilizan imágenes de mujeres en situación de prostitución que resultan degradadas o violentada en el transcurso del juego. No faltan los soldados estadounidenses comprando sexo en los prostíbulos vietnamitas, ni los que contratan a estas mujeres para llevarlas a fiestas. Uno de los videojuegos más cuestionados es el Grand Theft Auto, versión de 2004, en el cual un hombre compra los servicios sexuales de una mujer y luego utiliza la violencia para recuperar el dinero pagado, violencia que puede llegar hasta la muerte de la mujer. La serie Grand Theft Auto es sumamente popular y una de las más vendidas en el mercado.
En su denuncia, este informe señala que en muchos casos estos juegos no son rotulados debidamente, con especificaciones de protección a las personas menores de edad, y que en el caso de poder ser descargados por Internet, basta con marcar una casilla donde se asegura ser mayor de edad. Para Amnistía Internacional, estos videojuegos “abundan en el desprecio por los derechos humanos de las mujeres, banalizan las agresiones cometidas contra ellas, y normalizan las agresiones y torturas contra las mujeres”. También manifiesta la preocupación porque en muchos de ellos las mujeres son representadas como meros objetos de los hombres y en otros, se nota que se utiliza con frecuencia el estereotipo de la mujer-prostituta, con el que se menosprecia y degrada a las mujeres.
Discriminación, violencia sexual y trata de mujeres
Ya se ha discutido mucho sobre la imagen de las mujeres que transmiten los medios de comunicación y la manera en que las mismas refuerzan viejos estereotipos o crean nuevos que son difíciles de borrar del imaginario colectivo. La repetición de estas imágenes y de los conceptos que las circundan también naturalizan maneras de ver la realidad, que pueden traducirse en trato, actitudes, y conductas discriminatorias.
En conversaciones con mujeres dominicanas y brasileñas de raza negra, es frecuente escuchar quejas, e incluso relatos llenos de dolor que dejan heridas difíciles de cerrar, en los que estas mujeres cuentan cómo muchas veces los hombres se aproximan a ellas con la idea de que están hechas para la fiesta, el baile y la diversión. El sólo hecho de ser un tipo de mujer que en las publicidades o en las revistas es representado estereotipadamente como exótico símbolo sexual para vender bebidas, paquetes de viajes de placer, o simplemente ocio y diversión, las hace blanco de avances, bromas o insinuasiones agresivos y discriminadores.
Lo mismo ha comenzado a ocurrir con las mujeres del sudeste asiático, cuyas imágenes son utilizadas para protagonizar buena parte de los videojuegos eróticos o de la pornografía que circula por Internet. El soldado rubio y musculoso teniendo sexo con una pequeña y agraciada tailandesa, vietnamita o filipina ha pegado fuerte en la imaginación de los internautas que frecuentan estos materiales. Y las consecuencias no se hacen esperar. Estas mujeres también están comenzando a sufrir agresiones como resultado de las imágenes distorsionadas que proliferan de ellas en la red.
Se calcula que la pornografía por Internet conforma casi el 12% de los materiales que circulan por esta gran telaraña y produce ganancias cuantiosas a las empresas y personas que la comercializan. Se habla de una cifra de 57 mil millones de dólares de ganancias, detrás de la cual hay una industria montada que ocupa a miles de dibujantes, diseñadores, webmasters, técnicos y “creativos”. El negocio es enorme y se ampara en la “libertad de expresión” para continuar creciendo sin mayores problemas.
En las discusiones sobre el tema con colegas varones suele escucharse el argumento “bueno, Internet no inventó la pornografía. También podés comprarla en el negocio de la esquina o verla alquilando un video”. ¿Es tan así? La tecnología permite crear imágenes similares a las humanas a las cuales se las puede hacer sufrir una violencia sexual indescriptible. Además, llega a tu casilla de correo gratuitamente, sin haberla solicitado, y sólo basta cliquear sobre un vínculo para acceder a los materiales.
Por otro lado, en los quioscos habituales no hay revistas dedicadas al sexo violento. Proliferan las publicaciones eróticas y el denominado “porno soft” con conejitas tipo Playboy, rodeadas de tules, sedas y flores, que comparadas con los materiales duros que se ven en la red, parecen un cuento de hadas. Lo mismo podemos decir de los videos que pueden ser alquilados en cualquier local de barrio, donde los dueños toman sus recaudos para no tener problemas con los clientes. Recuerdo un hecho ocurrido a pocas cuadras de mi casa, cuando el padre de un jovencito de trece años descubrió que su hijo había alquilado material pornográfico en el video del barrio y tomó su calibre 22, dirimiendo la disputa con el comerciante con saldo trágico.
Sin recurrir a la censura ni a las reacciones violentas, es importante pensar de qué manera puede contrarrestarse este tipo de producciones. Argumentarán que muchas mujeres se han convertido en estrellas famosas de las producciones porno, ganan millones y manejan su propio “negocio”. Pero no todo es así. También están los casos policiales de mujeres que han sufrido violencia sexual e incluso han sido asesinadas en la producción de materiales conocidos como “snuff”. Estas mujeres son por lo general víctimas de la trata, desaparecidas en manos de un negocio aberrante, que también deja dividendos.
En un estudio sobre la trata de mujeres y el uso de tecnología de la información y la comunicación (TIC) que realizó el PARM APC (2) con la coordinación de Kathleen Maltzahn, directora de una red contra la trata de mujeres en Australia, se señala que la posibilidad de acceder a este tipo de sexo por Internet, que incluye muchas veces también el abuso de niños y niñas, ha aumentado la privacidad y disminuido el aislamiento de los hombres que consumen o se dedican a este tipo de prácticas y de producciones.
“La Internet proporciona una red anónima de apoyo para que los perpetradores compartan sus experiencias, legitimen su conducta, y aconsejen y guien a hombres menos experimentados”, considera el informe, agregando que hay mujeres que son víctimas de trata con el fin de ser explotadas en espectáculos pornográficos que se transmiten por Internet, respondiendo al pedido específico del cliente que, luego de pagar, solicita actos eróticos por intermedio del chateo o de los servicios de voz por Internet para verlos a través de su webcam. Estos “peep-rooms” virtuales funcionan con total intimidad y las mujeres deben actuar durante horas frente a las cámaras de la computadora, siguiendo las órdenes de un desconocido que dispone de su cuerpo a su antojo, aunque no lo toque. El estress y la violencia psicológica provocadas, además de la exposición del propio cuerpo a todo tipo de fantasías masculinas, dañan muchas veces de manera irreparable. No hay duda de que el uso de las TIC habilita formas distintas, pero no por ello menos crueles, de ejercer la violencia contra mujeres, niñas y niños.
El informe también se refiere a las redes de comunicación entre tratantes de mujeres, donde se intercambia información, fotografías y datos sobre las mujeres que son llevadas de un país al otro, con el fin de identificarlas rápidamente en los aeropuertos, estaciones de tren o terminales de ómnibus. Los clientes, entonces, ya seleccionan sus preferencias y concertan sus negocios antes de que las mujeres lleguen a destino.
La trata de mujeres entre los países europeos más ricos y los de Europa Central o del Este ha intensificado el uso de Internet para publicar avisos requiriendo personal femenino para tiendas, restaurantes, bares, etc. Muchas jóvenes se ven atraídas por la posibilidad de viajar y ganar salarios más altos, por lo que sin imaginarlo, terminan siendo víctimas de las redes de trata. La misma metodología se utiliza para atraer a mujeres africanas al mercado asiático o a mujeres del sudeste asiático al mercado japonés, por ejemplo.
También existe la trata de imágenes, que crea una situación controvertida, ya que muchas veces las mujeres involucradas en las imágenes no saben que las mismas están siendo comercializadas por Internet o usadas para satisfacer la demanda de clientes en países distantes. La Relatora Especial de Naciones Unidas sobre Trata, Sigma Huda (citada en el informe) manifiesta que la trata de imágenes también debe ser considerada como ofensiva a la dignidad de las mujeres y violatoria de sus derechos humanos.
Las salas de chateo son también utilizadas para captar mujeres adolescentes y jóvenes. La fantasía entre las jovencitas de tener un novio extranjero que ofrezca mejores condiciones de vida en otro país es bastante común en países sumidos en la pobreza o con conflictos bélicos y se hace difícil controlar la captación que se pueda realizar utilizando esta tecnología.
A esta altura, surgen preguntas e inquietudes. ¿Deberían vigilarse más los usos de Internet y de las TIC? ¿Habría que aplicar la censura en Internet? Ya existen los filtros para proteger a los menores de las ventanas emergentes (pop-ups), que pueden aparecer en cualquier momento con todo tipo de mensajes, y del acceso a sitios no permitidos para menores, pero ¿se usan? En una encuesta reciente entre padres y madres que tienen computadora en su casa realizada por un diario capitalino, un 70% admitía conocer la existencia de estos filtros y las modalidades de uso. ¡Bastante bien! Pero la sorpresa vino cuando se contabilizaron las respuestas a una segunda pregunta, referida a si habían instalado estos filtros en su computadora. ¡Sólo un 30 % lo había hecho! No por nada el informe de Amnistía mencionado en este artículo hace un llamado especial a la responsablidad de los padres y de las madres para que supervisen a sus hijos e hijas en el uso de Internet y las TIC.
La cuestión central está en que han surgido nuevas modalidades de perpetrar viejos delitos y que es preciso que la legislación nacional e internacional se adecúe para enfrentar a la trata o la violencia contra las mujeres sea que se utilicen o no las TIC. Internet debería continuar siendo un espacio para la participación y el ejercicio de la libre expresión de las ideas, sin violencias, discriminaciones ni agresiones. El respeto a los derechos humanos en el espacio virtual debe estar tan vigente como en la vida real y su violación no puede ser tolerada ni admitida, por el bien de todas las personas que habitamos este mundo.
Control electrónico para una violencia más sofisticada
Las TIC trascienden el uso de Internet y se han constituido en un abigarrado conjunto de dispositivos que facilitan la comunicación, pero que también permiten el monitoreo y la supervisión de las personas, muchas veces de modo solapado. Lamentablemente, han pasado a engrosar la lista de dispositivos con los que los abusadores y violentos ejercen la violencia contra las mujeres.
En un segundo informe producido por el PARM APC referido al uso de la tecnología de la información y la comunicación para ejercer la violencia contra las mujeres (3), Jaclyn SM Kee, investigadora social malaya, puntualiza la cantidad de nuevos sistemas de comunicación, algunos de ellos muy sofisticados, que son utilizados para ejercer violencia moral y psicológica contra las mujeres. Entre ellos encontramos:
- softwares espías, para vigilar los correos electrónicos, la navegación por Internet y los chateos
- tecnología inalámbrica para escuchas, con el fin de vigilar conversaciones telefónicas o en otras habitaciones de la casa
- vigilancia visual, con cámaras ocultas y webcams
- rastreos, con dispositivos inalámbricos en los automóviles para conocer el recorrido y el paradero de los mismos
- teléfonos celulares
Son numerosos los testimonios que comienzan a escucharse de mujeres contra las cuales se ha ejercido o se ejerce violencia utilizando un simple teléfono móvil. El abusador mantiene el control con llamadas o mensajes queriendo saber en todo momento donde está, qué está haciendo, con quién conversa la mujer y por qué no respondió de inmediato, hecho que puede dar lugar a recriminaciones, gritos o golpes al regresar a la casa. La mujer así ya no encuentra un momento de sosiego, porque el abusador la está controlando y aterrorizando a la distancia todo el día. Además, como los teléfonos registran las comunicaciones, también pueden utilizarse para hacer un seguimiento abusivo de los contactos que se han tenido durante el día y que pueden ser motivo de mayor violencia.
La violencia de este modo se ejerce de manera sutil, sofisticada, pero no por ello deja de violar los derechos de las víctimas. Podrá decirse que no hay golpes ni heridas, pero el daño psicológico, el control abusivo y la atmósfera de temor que se crea no es menos perjudicial. Es importante que estas acciones y nuevos usos de la tecnología también sean considerados violencia contra las mujeres, para poder enfrentarlos legalmente y amparar a las víctimas.
TIC para denunciar y prevenir la violencia de género
El movimiento de mujeres y feminista que lucha contra la violencia hacia las mujeres y que en tantos años de militancia ha logrado avances importantes en materia legislativa con el fin de terminar con estas prácticas aberrantes, no ha estado ajeno al uso de las TIC para llevar adelante sus postulados y desarrollar su activismo. El ciberespacio le ha ofrecido a las organizaciones de mujeres instancias y herramientas que les han servido para informar, acompañar a las víctimas, hacer lobby por una legislación adecuada y denunciar las múltiples caras de la violencia de género.
En 2006, el PARM APC contabilizó para la investigación citada la existencia de 24880 sitios web en los más diversos idiomas y a cargo de organizaciones y servicios de todo el mundo, dedicados a prevenir la violencia contra las mujeres y luchar por una vida sin violencia, como derecho de las mujeres. En las redes electrónicas de mujeres en América Latina y el Caribe, el trabajo contra la violencia hacia las mujeres es una de las cuestiones predominantes y existe una alta presencia en Internet de sitios web en castellano dedicados a esta temática y a generar acciones para erradicar este tipo de violencia.
Las organizaciones utilizan diversas herramientas, como las listas de distribución, las listas de discusión, el chateo, los blogs, los mensajes a celulares y los sitios web para alertar sobre la violencia contra las mujeres, prevenirla, asistir a las víctimas, realizar campañas educativas y presionar para que las autoridades, legisladores y legisladoras, la policía y el propio sistema judicial tenga otra comprensión de esta violencia que debe ser considerada como una cuestión que afecta la calidad de vida, la dignidad y los derechos humanos de las mujeres, derechos que deben ser amparado por el Estado.
Gracias a la consolidación de este trabajo en las redes virtuales, las mujeres han logrado aunar criterios y fortalecer relaciones y contactos para crear conciencia en la sociedad de que la violencia contra las mujeres es un tema de discusión pública, que ya nadie puede silenciar ni pretender limitarlo al ámbito de lo privado. En la era de los espacios virtuales, estos no pueden ser descuidados y la firme presencia de las organizaciones de mujeres y feministas que siguen manteniendo el tema vigente en todos los ámbitos es un paso más en la lucha por la construcción de una sociedad donde prime la defensa de una vida digna, con justicia y equidad.
(1) Con la violencia hacia las mujeres no se juega, Amnistía Internacional, Sección Española, diciembre de 2004, www.es.amnesty.org
(2) Peligros digitales: las tecnologías de la información y la comunicación y la trata de mujeres, por Kathleen Maltzahn, directora de la organización no gubernamental “Respect”, contra la trata de mujeres en Australia, 2005, www.genderit.org/esp. Estudio realizado con el auspicio del Programa de Apoyo a las Redes de Mujeres de APC y AWID (Asociación por los Derechos de la Mujer y el Desarrollo)
(3) Cultivando la violencia con el uso de la tecnología, por Jaclyn SM Kee, investigadora social, estudio realizado con el auspicio del PARM APC, 2006 www.genderit.org/esp
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