Es extraño pensar que dos de las discusiones más importantes de hoy se centran en el mismo concepto: consentimiento. Por un lado, todo el movimiento #MeToo ha ayudado a resurgir en la opinión pública a un debate antiguo y nunca superado sobre el consentimiento sexual, y por el otro, el escándalo político de Facebook-Cambridge Analytica ha demostrado (una vez más) el inútil ejercicio de consentimiento sobre el uso de nuestros datos en sociedades de datos dominadas por los manejos de compañías transnacionales de datos.

Sin embargo, mientras estas dos discusiones ocurren al mismo tiempo, los vínculos entre ellas son casi inexistentes. Además, cuando hablamos de nuestras prácticas sexuales mediadas por plataformas (sexting, aplicaciones de citas, etc.), la discusión sobre cómo estos dos tipos de consentimiento chocan y las complejidades que surgen después casi siempre se ignoran. Por ejemplo, en el debate político sobre NCII (difusión no consentida de imágenes íntimas), la falta de consentimiento se considera o bien como un delito sexual o como un mero problema de protección de datos y privacidad.

Con el fin de arrojar una luz al respecto, lanzamos la investigación "Consentimiento y nuestros cuerpos como dato: lecciones de las teorías feministas para la protección de datos". El objetivo fue explorar cómo las opiniones y teorías feministas sobre el consentimiento sexual pueden nutrir el debate sobre la protección de datos en el que el consentimiento, entre los inútiles botones para expresar "Acepto", parece vivir en un vacío significativo.

 

Concebido más como una provocación crítica que como una receta, el estudio es un intento de contribuir a un debate sobre la protección de datos, que parece volver una y otra vez a una idea liberal y universal sobre el consentimiento. Este marco ya ha demostrado ser clave para los comportamientos abusivos de diferentes actores poderosos, que van desde las grandes empresas monopólicas de las TIC, como Facebook, hasta celebridades de Hollywood e incluso líderes religiosos, como el caso reciente de João de Deus, acusado de abusar de varias de sus seguidoras en Brasil.

 

Alimentar el debate sobre la protección de datos en el que el consentimiento, entre los inútiles botones para expresar "Acepto", parece vivir en un vacío significativo.

 

Las estructuras de poder que condicionan el consentimiento

Por otro lado, los debates feministas dejaron en claro que el enfoque liberal de los individuos como sujetos autónomos, libres y racionales es problemático en muchos aspectos, especialmente en términos de consentimiento significativo: esta fórmula no considera las estructuras históricas y sociológicas donde se ejerce el consentimiento. En este sentido, una pregunta muy rica para plantear el debate sobre la protección de datos desde una perspectiva feminista es "¿quién tiene la capacidad de decir que no?"

En este contexto, Pérez considera algo fundamental: "no se trata sólo de dar consentimiento o no, sino fundamentalmente de la posibilidad de darlo". También a este respecto, parece interesante recordar lo que dice Sara Ahmed (2017) sobre el enfoque interseccional de la imposibilidad de decir “no”, “La experiencia de estar subordinada, de ser considerada de menor rango o inferior, puede entenderse como que la persona puede verse impedida de decir “no”. Considerarse impedida de decir no, significa que la persona se ve determinada por la voluntad de otra”.

Si el consentimiento es una función de poder, no todos los jugadores tienen la capacidad de negociar ni de rechazar las condiciones impuestas por los Términos de Servicios (ToS) en las plataformas. En este marco, más allá de tildar "Acepto" para el uso de nuestros datos personales, lo que la mayoría de la gente hace es simplemente "Obedecer" la voluntad de la empresa. Por lo tanto, al confrontar la fantasía de que las tecnologías digitales funcionan como vehículos de empoderamiento y democracia, lo que tenemos son sociedades de datos donde el control se valida mediante un contrato legal y un botón de acuerdo brillante.

Este marco liberal de consentimiento en la protección de datos ha estado bajo escrutinio por parte de importantes expertas en privacidad. Helen Nissenbaum pide abandonar la idea del consentimiento "verdadero" y, al final, dejar de pensar en el consentimiento como una medida de privacidad. Ella hace un llamado a abandonar la simplificación de la privacidad en línea y adoptar un contexto más complejo.

 

Julie E. Cohen tiene un enfoque muy similar. Para ella, entender la privacidad simplemente como un derecho individual es un error: “La capacidad de tener, mantener y administrar la privacidad depende en gran medida de los atributos del entorno social, material e informativo de cada uno ”(2012). De esta manera, la privacidad no es una cosa o un derecho abstracto, sino una condición dada por el entorno que permite a los sujetos navegar dentro de matrices culturales y sociales preexistentes (Cohen, 2012, 2018).

Desde el análisis dentro de un marco de integridad contextual hasta consideraciones en torno a marcos centrados en la condición social, entre otros, el llamado de algunos de estas académicas es a descartar la trampa liberal de tildar "acuerdo y consentimiento" como condición de legitimación universal para la protección de datos y, en cambio, proteger la privacidad en el diseño de la plataforma más que en los contratos legales.

 

La privacidad no es una cosa o un derecho abstracto, sino una condición dada por el entorno que permite a los sujetos navegar dentro de matrices culturales y sociales preexistentes
 

Plantear alternativas desde el feminismo

 

Lamentablemente, mientras tanto, los contratos legales siguen siendo un mecanismo para el control social y de la privacidad. Las activistas feministas deben presionar para que se realicen cambios importantes en ambos sentidos: en el diseño y en la manera de dar consentimiento a los ToS. En este sentido, hemos esbozado una "matriz de calificadores de consentimiento para los datos de nuestros cuerpos" con el fin de comenzar a pensar de manera creativa y colectiva en formas de garantizar estándares de protección de datos sólidos y contextualmente significativos para todos los usuarios.

La matriz muestra que, si bien algunos de los calificadores se superponen en los debates de ambos campos, la lista de calificadores de consentimiento presente en los debates sobre protección de datos, como en el Reglamento General Europeo de Protección de Datos (RGPD), que se toma como modelo en muchas jurisdicciones, se queda corta, no tiene en cuenta algunos desafíos estructurales y compila libremente todos los calificadores en una sola acción de “hacer clic” en un botón.

¿Cuáles serían las alternativas técnicas y legales si estamos en condiciones de pensar y diseñar tecnologías que permitan la expresión tangible de todos estos calificadores enumerados en los debates feministas y, lo que es más importante, si consideramos que no hay normas universales cuando existen diferentes condiciones y dinámicas de poder entre los que supuestamente consienten?

Esperamos que algunos de los hallazgos de esta investigación (disponibles a continuación) sean sólo el comienzo de un largo y emocionante viaje para construir colectivamente un marco feminista para el consentimiento en internet. #FeministInternet

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La versión completa de la investigación "Consentimiento y nuestros cuerpos como dato: lecciones de las teorías feministas para la protección de datos", producidas por Coding Rights con el apoyo de Privacy International y el financiamiento del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo está disponible aquí.

 

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