De la histórica indignación compartida en debates públicos, encuentros de mujeres y feministas, al constante pensamiento crítico en grupos y foros en internet, a la manifestación masiva. Del envío de memes y contenidos que buscan frenar la violencia contra las mujeres (VCM) hacia el pedido multitudinario de una respuesta concreta por parte del Estado. Desde las micro violencias en las que la VCM aparece en soportes tecnológicos, comparto algunas reflexiones tecnopolíticas sobre el evento #NiUnaMenos.



En Argentina los reclamos sobre el aumento de la violencia contra las mujeres, sumados a las denuncias de coberturas periodísticas con enfoques sexistas de dichos casos, enmarcados en pedidos de aplicación concretas de las leyes de femicidios, actuaron como los resortes más importantes. La multitudinaria marcha del pasado 3 de junio tiene sus raíces en un largo proceso de llamados de atención realizados desde los activismos de periodistas con visión de género y de los diversos movimientos feministas. Esta vez se dio el quiebre: las fuerzas se aunaron, potenciadas por el uso de tecnologías y redes sociales, y las estrategias comunicacionales parieron con fuerza y como nunca antes la consigna #NiUnaMenos.



Aquella serie de casos de feminicidios en Argentina con gran eco en el universo mediático – el más notable el de la adolescente embarazada de 14 años Chiara Páez quien fue asesinada a golpes por su novio de 16 años y enterrada en el patio de la casa de éste último – solidificaron el terreno para saltar a la acción del activismo de sofá a las calles. Si bien la consigna con la etiqueta #NiUnaMenos sacudió las tendencias en las redes sociales más populares, es fundamental observar que problemáticas asociadas bajo etiquetas familiares acompañaron (y reforzaron) el reclamo central: #bastadefemicidios #niunomenos #bastadeimpunidad y #delafotoalafirma.



El 3 de junio #NiUnaMenos permaneció varias horas en el primer lugar como tendencia en Twitter en Argentina y desde las 13 horas se convirtió en tendencia mundial. La consultora de comunicación Becom1 se dedicó a estudiar el temblor de datos que generó la marcha convocada por las redes sociales #NiUnaMenos desde su anuncio el 11 de mayo, realizó un mapeo digital relevando la información minuto a minuto y lo compartió con GenderIT.org. Rastrearon 1,3 millones de internautas participando del debate, estimando que la información fue vista por 7,3 millones de personas en forma directa en redes sociales y en forma indirecta en los portales de noticias.



Es difícil de imaginar pero según el detalle de 20.799 posteos totales, hubieron 400 posteos promedio por minuto. El desglose indica que 25% de los/as usuarios/as participaron activamente en la conversación, 47% de los mensajes manifestaban apoyo hacia la marcha, 49% de los mensajes trataban sobre igualdad entre géneros y un 4% postulaban críticas a las conductas misóginas y machistas.



En forma de post pero también generando conversaciones en espacios de trabajo, de estudio, a la vuelta de la esquina y desde nuestras propias casas, el reclamo indignado se transformó en acción auto-organizada para salir a las calles a gritar por un mundo sin violencia para las mujeres. “Tuiteemos y compartamos el #NiUnaMenos sin parar. Por Chiara y las 1808 mujeres que fueron asesinadas por femicidas entre 2008 y 2014. Pero no dejemos de faltar el 3 de junio a la cita, en la localidad que sea. Porque en la calle se visibilizan las injusticias y las luchas. Y esta lucha lleva años inconclusa y por primera vez parece ser de todas y todos. Necesitamos concientización social y, sobre todo, políticas públicas para dejar de pensar cuántas más mujeres o niñas deben morir para que esto cambie”, convocaba la periodista Laura Charro en una columna de análisis durante esa semana.



La manifestación, lanzada inicialmente por un grupo de periodistas, escritoras, familiares de víctimas de violencia y militantes, actuó como una caja de resonancia poderosa en la ciudadanía y se multiplicó viralizada en las redes sociales.



El gran desafío se transformó en una conquista: la reunión de activistas por los derechos de las mujeres, familiares de las víctimas y otras personas directamente involucradas en la problemática. Pero esta vez la viralización fue aun más amplia: figuras de la política, deportistas, estudiantes y artistas y presentadores de televisión.



Violencia contra la mujer a través de las tecnologías



Unas 200 mil personas marcharon sólo en la capital y se calcula que más de 100 ciudades dentro y fuera de Argentina se sumaron a la marcha esa misma tarde. La mayoría de los medios, tanto nacionales como de las provincias, destacaron esta jornada histórica en sus portadas.



La marcha, con repercusiones en Estados Unidos, Brasil, Chile Uruguay, España, Francia e Italia, tuvo también respuestas inmediatas. Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, se informó a la población que el viernes 5 de junio había quedado conformada la Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de femicidios y de homicidios agravados por el género, a través de la Resolución Nº 1449, con el objeto de contener los casos ocurridos en todo el territorio nacional.



Ana Oberlin, directora del área en la que funcionará dicha unidad, resalta para GenderIT.org algunas nociones sobre la iniciativa. “No registramos violencia en general, sino femicidio. Tampoco somos el área del Estado que se encarga de dar protección por casos de violencia, intervenimos cuando los hechos ocurrieron mas allá de que podamos hacer propuestas de politicas publicas para dar seguimiento a los casos”.



Este registro de femicidios funciona a través de correo electrónico, teléfono y recibe casos de diversas formas, incluyendo redes sociales. Oberlin, consultada acerca de los tipos de violencia que se toman en cuenta y si se registran casos vía correo electrónico, SMS, contacto por internet, Facebook, Twitter o cualquier otra red social, confirmó: “toda forma de intimidación, amenaza o acoso previo al asesinato se toma en cuenta”.



Y ahora: ¿cómo seguimos?



Ahora nos interesa relacionar el lado útil y convocante de las expresiones de violencia que están implícitos en nuestro vínculo diario con los soportes tecnológicos. Muchos tipos de violencia involucran, cada día más, a la tecnología y por eso es necesario comprender actos de violencia de género con antecedentes cometidos, inducidos o agravados, en todo o en parte, por el uso de tecnologías de información y comunicación (TIC).



Tal como señala una investigación desarrollada por APC “a pesar de las creencias comunes, la violencia psicológica es tan perjudicial como la física. El acoso y el hostigamiento en línea a menudo se extienden a la vida concreta y producen daños emocionales y físicos. La legislación internacional y la mayoría de las jurisdicciones nacionales reconocen la crueldad y la violencia psicológica”. No obstante se percibe a nivel global que no existen recursos legales para enfrentar la VCM relacionada con la tecnología.



Asi mismo, dentro de esos pasos firmes que tienen que darse hay un lugar que el Estado nacional debe tomar, como dotar de presupuesto suficiente a las instituciones públicas que trabajan contra la violencia machista, asignar personal calificado, líneas de teléfono adonde pedir ayuda que respondan inmediatamente, refugios – muchos más que los que hay – para quienes tienen que dejar sus casas junto con sus hijos/as, cursos de capacitación para reinsertarse en la vida laboral y asistencia psicológica y jurídica gratuita, entre muchos otros recursos.



Apuntamos además que hay una necesidad urgente de articulación con las autoridades en el reconocimiento de la VCM que implican tecnologías ya que según APC “el 49% de las mujeres que experimentaron violencia relacionada con la tecnología acudieron primero a las autoridades policiales/legales, y menos de la mitad de esos casos fueron investigados por esas autoridades (alrededor de 41%)”.



Así como aparecen las tecnologías como soportes de violencias, también son recursos para evitarlas. La escritora y periodista Gabriela Cabezón Cámara brinda un aporte para pensar en cómo invertir la ecuación en la responsabilidad por la VCM. “No es la mujer la que debe estar condenada a llevar el botón antipánico pegado a la mano todo el día” si no que es el seguimiento de todos los casos, del constante contacto a través del teléfono celular, redes sociales y demás dispositivos en el que la orden de restricción y el cuidado se amplíe. En función de que “el agresor que tiene una orden de restricción de acercamiento sea monitoreado electrónicamente” y comience a acabar la cultura de la impunidad. Aquella que acalla a las mujeres, en vez de alentarlas a que afirmen sus derechos.



Lee también el artículo escrito por Florencia Flores Iborra sobre la iniciativa bajo el título Yo también estuve ahí

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