Hace algunos años tuve un novio que conocí vía Twitter y que le encantaba decir (o pavonearse) que me había “descargado de internet”. Recuerdo que después de esa relación quebrada, entre otras causas, a raíz de unas fotos que NO deberían haber sido publicadas en Facebook, y que se rompió largos emails mediante, me volví feminista. Fue a partir de mi participación en un taller de uso de tecnologías enfocado en activistas mujeres.
“Lo personal es político” es la máxima de las luchas históricas del feminismo. Por eso comienzo el relato con una vivencia personal, por que las mujeres seguimos disputando nuestros derechos básicos desde nuestro ámbito íntimo/privado e intercediendo y ganando nuestro lugar en lo público para lograr una emancipación real. Los entramados en red (en la red) nos permiten disputar significados sobre la censura, la gordofobia, la violencia, la sexualidad y el sexismo (entre otros).
Hoy estamos obligadas a profundizar la reflexión sobre nuestra relación con la tecnología, con nuestros derechos y con las personas para tejer redes, crear conciencia e inspirar acciones concretas. Así cada día cobran más sentido preguntas que nos hacemos en la campaña #ImaginaInternetFeminista: ¿Cómo ha cambiado internet la manera en que entendemos el poder, la política, el activismo y la agenda? ¿Cómo estamos discutiendo sobre la objetificación de nuestros cuerpos, nuestros comportamientos, pensamientos e información personal? ¿De qué manera Internet quiebra o refuerza el paradigma capitalista? ¿Es internet un espacio que posibilita mayor diversidad de expresiones sexuales o está haciendo crecer el control de nuestra sexualidad?
La panacea de internet como pura horizontalización y democratización plena fue un espacio utópico que hoy descubrimos afectado de muchos de los intereses que también nos bloquean la participación en espacios offline. Me refiero a la misoginia en Facebook (de usuarios y administradores) así como las amenazas en Twitter, blogs y mensajes de texto. Violencia reorganizada en nuevos soportes. Sin embargo la posibilidad de reinterpretar las herramientas tecnológicas y aprovecharlas a los fines de nuestra organización política, de la creación de nuevas comunidades libres y horizontales está ahí a la mano. Latente.
“Las mujeres en la red se ven atravesadas x los mismos comportamientos que en las calles” fue una de las provocaciones más retwitteadas desde @DominemoslasTIC la semana pasada. Es que ¿es nuestra vida en internet es un habitar desjerarquizado? Todo indica que no. Nuestra visión de las tecnologías como feministas, o simplemente como mujeres que buscamos la igualdad, debe profundizar en la necesidad de cuidar el anonimato, la privacidad, la libertad de expresión, la expansión del software libre y la soberanía tecnológica de la sociedad civil.
Debemos desnaturalizar la violencia en las calles así como en los canales digitales y cuestionar las herramientas que usamos. Para que nadie se atreva a “downlodearnos” sin aceptar que deben antes pedirnos el código de acceso. Para apropiarnos de la tecnología y estallarla de manera creativa. Para fortalecer nuestras prácticas democráticas en sororidad cibernética.
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