Las/os activistas feministas digitales vienen siguiendo de cerca una campaña que reclama a Twitter políticas más claras y eficaces respecto de los tuits sexualmente violentos. Cantidad de activistas han planteado este problema luego de recibir alarmantes ataques y amenazas. El más reciente es el caso de Caroline Criado-Perez, cuya exitosa campaña a favor de que en los billetes británicos haya una cara de mujer provocó una oleada de tuits violentos con amenazas de violación incluidas. Esta parece ser una reacción bastante drástica. ¿Todo ese odio por el rostro de Jane Austen en un billete de diez libras? Tal vez el problema sea menos con el tema y más con la misoginia que dejamos prosperar tanto en los ámbitos en línea como fuera de ella.
La exitosa historia de la reciente campaña #Fbrape, que resultó en que Facebook incluyera las expresiones misóginas de odio en su política de denuncia, indica que la conciencia feminista sobre la violencia contra las mujeres (VAW por su sigla en inglés) en línea va en aumento en todo el mundo. El petitorio a través de Change.org que solicita a Twitter que agregue un botón para ‘denunciar abuso’ a los tuits sobrepasó los 100.000 apoyos, y la etiqueta #shoutingback ya cuenta con defensores y opositores. Hoy, la pregunta pertinente para las/os feministas y sus aliadas/os digitales es: ¿Cómo vamos a construir la defensa de la libertad de internet poniendo en el centro el principio de que sea un espacio más seguro para mujeres y niñas? ¿Cómo trabajamos por una internet abierta, a la que concebimos libre de censura y regulaciones y, a la vez, libre de misoginia, racismo, homofobia y expresiones de odio?
Las cifras
Un informe de la ONU de 2006 estimaba que 95% de las agresiones y la violencia en línea estaba dirigida a mujeres y niñas, y que la mayoría procedía de sus parejas o ex-parejas. El Programa de derechos de las mujeres de APC se ha ocupado de elaborar herramientas técnicas y políticas para enfrentar esta violencia a través de plataformas como ¡Dominemos la tecnología! y la Investigación exploratoria sobre sexualidad e internet (EROTICS).
Una reciente encuesta global mostró que 98% de las/os activistas por los derechos sexuales consideran que internet es fundamental para su trabajo, y 51% han recibido mensajes violentos o amenazantes. La investigación sistematizada, al igual que los casos individuales que surgen ante la vista del público, vuelven claro que en internet tenemos un problema de violencia basada en el sexo que trasciende las fronteras nacionales y continentales.
El hecho de que esta violencia ocurra en línea no la hace diferente de la violencia y la discriminación que ocurre a diario en todas partes. El trabajo feminista de las últimas décadas proporciona dos marcos para analizar por qué sucede esto. El patriarcado silencia con diligencia las expresiones femeninas porque los ámbitos técnicos son concebidos como masculinos, y a la vez es frecuente que las agresiones sexuales contra las mujeres se tomen a la ligera y se las considere humorísticas.
La regulación como respuesta
La otra cara de la moneda muestra que los gobiernos y los formuladores de políticas están tratando de enfrentar esta violencia mediante a través de más regulación, más vigilancia y más censura para ‘proteger a mujeres y niños’ y ‘preservar la moral’.
Cuando se considera la violencia contra las mujeres en línea como un problema moral se pierden de vista los sistemas que consienten y promueven esta conducta, y que reducen a los responsables a “trolls” o “monstruos”, como si fueran la excepción y no los productos de la cultura misógina. Sin embargo sabemos que barrer las regulaciones no es la respuesta, y que la vulnerabilidad de las mujeres y niñas se usa contra todas como excusa para restringir la transparencia y la responsabilidad de los gobiernos. Debemos responder mediante soluciones tan complejas como complejos son los problemas.
Un elemento importante en esta complejidad es el recurso a los funcionarios de justicia y de la policía para solucionar el problema, la vieja filosofía de convertir a alguien en un caso ejemplarizante para disuadir a otros/as de que hagan lo mismo, o de hacer que el precio de una infracción sea tan alto (prisión, sanciones económicas) que la expresión de misoginia disminuye. Si bien la intervención policíaca ha sido de utilidad para algunas mujeres, es importante situar los instrumentos legales como una opción para combatir la violencia en línea contra las mujeres, pero no como la única opción. Apoyarse en el sector privado para enfrentar el problema, como impulsar el cambio de políticas de Facebook y el botón de Twitter para denunciar abusos, es también ingresar en un terreno pantanoso. Aunque los funcionarios policiales hagan responsables a las plataformas de medios sociales por el contenido que éstas alojan, es necesario recordar que las empresas privadas son inherentemente reacias a cualquier regulación que restrinja el uso de sus cuentas y que demande horas de trabajo humano agregado a los algoritmos que buscan contenidos violatorios de sus políticas.
A la búsqueda de justicia
Entonces, ¿qué acarrea la justicia? Distintas cosas para las diferentes personas sobrevivientes de la violencia: algunas veces las mujeres buscan el apoyo público o privado de sus colegas y amistades, otras veces la confirmación de que la violencia es injusta e inaceptable, otras una acción legal y una reparación, y a veces la acción más compleja de identificar por el nombre y hacer que el responsable se avergüence. Así como internet permitió que el sexismo prosperara bajo el manto del anonimato y la facilidad de uso, también permitió que las mujeres hicieran públicos los nombres (o referencias) de sus agresores, y alentaran a otros/as usuarios/as a que los avergonzaran. Es comprensible que las mujeres que habitualmente se sienten defraudadas por los sistemas recurran a nombrar y avergonzar como un intento de manifestarse contra la violencia, pero una delgada línea separa esta táctica de la manifestación.
Los riesgos son muchos. Por nombrar uno, la mayoría de los agresores se alimentan de la atención del público y de la posibilidad de agredir verbalmente y con más odio a más personas, al estar liberados de las normas de la netiqueta o de la responsabilidad sobre lo que dicen. Y, por alguna retorcida ironía patriarcal, las mujeres pueden correr el riesgo de enfrentar juicios por difamación cuando identifican a violadores o acosadores en línea sin lo que la mayoría de los tribunales considera pruebas suficientes. Cuando no cuenta con apoyo o planificación, una acusación de buena fe que identifique el nombre y avergüence al agresor puede terminar en una cacería de brujas en línea, y la carga emotiva de emprender “guerras” en línea produce mucha angustia, miedo y aislamiento, a la vez que no hace mucho para disuadir a los usuarios que se sienten cómodos con la agresión en línea.
Aun así, en tanto movimiento feminista digital nuestra tarea es entender las opciones y las estrategias de las mujeres sin culpabilizarlas, y esforzarnos por darles posibilidades mediante instrumentos personales y colectivos más eficaces. Es difícil imaginar métodos de “protección” de mujeres y niñas en línea que no incluyan alguna forma de regulación. Tal vez sea más sabio, entonces, alejarse del discurso de la protección y orientarse a reimaginar el empoderamiento en línea. Es un hecho que los ataques misóginos seguirán existiendo durante largo tiempo, al igual que los ataques homofóbicos y racistas, y debemos trabajar por una internet donde esos ataques no encuentren audiencia ni impacto. Aquí se presentan algunas estrategias producidas tras años de investigación e intercambios con activistas por los derechos de las mujeres y de internet en Africa, América Latina y Asia del Sur y del Sudeste, y de conversaciones en ámbitos mundiales y regionales, como el Foro de gobernanza de internet.
Estrategias digitales
Necesitamos promover más conocimiento técnico para las niñas usuarias de internet. Cuanto mejor se manejan las herramientas de internet, tanto en lo social como en lo técnico, las amenazas en línea se verán como menos desafiantes, y mayor será la capacidad de actuar de las mujeres para contrarrestarlas.
Necesitamos más redes digitales, solidarias y feministas en línea. La encuesta global sobre activismo por derechos sexuales mostró que cuanto más joven el o la encuestado/a, mayor es la probabilidad de que haya hecho campaña en línea en contra de la regulación sobre violencia (34% de menores de 30 años y 24% de la franja 30-39 años). Las campañas en línea funcionan.
Fomentan el apoyo a las mujeres y su convalidación, y contribuyen en el largo plazo a una cultura que rechazará la misoginia.
Necesitamos identificar la misoginia y la violencia contra las mujeres como expresiones de odio. Las organizaciones feministas como Women, Action, and the Media están trabajando con Facebook para aprovechar el impulso de la campaña #Fbrape. Y necesitamos continuar presionando a las redes sociales como Twitter para que expresen claramente sus políticas sobre tuits abusivos y actividades ilegales (como amenazas de violencia) y las hagan cumplir de manera transparente.
Necesitamos que los activistas por internet abierta y por los derechos de las mujeres unan sus fuerzas y aboguen por más opciones para las mujeres: los recursos, cajas de herramientas y las historias exitosas rompen las barreras contra el silenciamiento en línea. Cuando discutamos marcos teóricos necesitamos seguir pensando acerca de nuestra relación con las políticas policiales y empresariales, necesitamos ir más allá del enfoque centrado en delitos y castigos, y necesitamos acercarnos a los grupos de interesados y alentarlos a que desempeñen papeles que contribuyan con una internet más abierta y más segura, y así zanjar la brecha de la paradoja “expresiones de odio en línea vs. libertad de expresión en línea”.
El debate sobre las políticas de Twitter encendió una muy criticada y controvertida campaña de silencio, #twittersilence, que alentaba a los usuarios a boicotear Twitter como protesta, en marcado contraste con el mantra feminista de Audre Lorde: “Tu silencio no va a protegerte”. Continuemos con las campañas feministas, denunciemos y mapeemos la violencia en línea contra las mujeres, y #TakeBackTwitter.
Ilustración por Petesimon
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