En el capítulo “El Uruguay Innovador” del primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos, previsto para 2007-2011, se contempló una línea de acción “tendiente a incentivar los procesos de desarrollo sostenible que contemplen el acceso y la participación en condiciones de igualdad a los procesos de innovación, tecnológica, científica y cultural, de manera de asegurar equidad en los niveles de bienestar social”.


El proceso de diseño de este programa siguió el mismo procedimiento que se empleó en los demás países de la región: consultas participativas a las comunidades y grupos de base, organizaciones no gubernamentales (ONG) y entidades públicas que, de una u otra forma, están relacionadas con los temas de género y mujer.


Una de las ONG con alguna experiencia en el tema es “Cotidiano Mujer”, que realizó un taller el año pasado con mujeres de barrios periféricos de Montevideo. “Vamos a profundizar más este año, desde la perspectiva de favorecer el desarrollo de grupos, apropiarnos de las TIC para ejercer control ciudadano y el empoderamiento”, dijo a SEMlac Lilián Celiberti, miembro de este grupo.


“A ello le agregaremos otros temas como el derecho a la comunicación, a la información y el acceso a Internet libre”, agregó. Su interés no está centrado en el uso de la computadora, sino en explorar formas de empleo de las TIC como herramientas para romper fronteras y así conectarse con otras mujeres para adelantar procesos beneficiosos de todas, explicó.


Esta comprensión va un paso más adelante en la situación de Uruguay, donde si bien cuatro de cada 10 uruguayos sabe usar computadoras, de estos casi 20 por ciento no emplea Internet, y la mayoría de los que lo utilizan sólo lo hacen para comunicarse por mensajería instantánea o correo electrónico. Es decir, no conocen las posibilidades de trabajo en red, investigación y participación ciudadana que esta vía ofrece.


Aunque aún es un tema no muy relevante para las mujeres y con poca demanda por parte de las uruguayas, el estatal Instituto Nacional de Mujeres decidió incluirlo en el Plan Nacional, para que las políticas públicas que se vayan formulando tengan en cuenta la brecha de género.


La brecha digital, es decir el abismo entre quienes tienen acceso y control a las TIC y los que no lo tienen por razones económicas, se reproduce al interior de las sociedades por causa de género. Numerosos estudios a nivel mundial identifican al prototipo de usuario de Internet como hombre, blanco, menor de 30 años, de nivel socioeconómico alto o medio, y alta o medianamente educado.


Por ahora, Uruguay adolece de políticas de inclusión digital que promuevan la democratización de las TIC, de manera que este es el primer paso en ese sentido desde el Estado.


Por Ángela Castellanos para Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac

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