Tantos, que son ya casi 50 los países que se han adentrado en la preparación y adopción de leyes contra delitos informáticos. Al comentar esa realidad, el diario Clarín, de Argentina, refería que, sin embargo, las tecnologías han ido más aceleradamente que la jurisprudencia.


Y eso parece ser lo ocurrido con prácticas de violencia contra la mujer que no aparecen descritas ni sancionadas en las leyes consultadas (Estados Unidos, Alemania, Austria, Argentina, México, República Dominicana, Holanda, España y Chile, entre otras).


No obstante, algunas otras figuras legales podrían aplicarse a situaciones de acoso, interferencia, persecución psicológica y groserías con palabras e imágenes, lo cual forma parte de la ya amplia gama de conductas agresivas estimadas en un 95 por ciento, como provenientes de parejas masculinas.


No se puede descartar que también haya mujeres utilizando estas tecnologías para controlar a sus varones.


Cifras no hay, sólo puros cálculos. “Pero si en cada encuentro en que participamos hay varias mujeres que se acercan y dicen: “yo no se qué le está pasando a mi marido que me anda llamando todo el tiempo para saber dónde estoy y qué hago. El antes no era así…”, eso está evidenciando la existencia de un problema”.


El comentario pertenece a Dafne Sabanes Plou, coordinadora Regional para América Latina y el Caribe del Programa de Apoyo a las Redes de Mujeres (PARM) y muy destacada instructora sobre género y TIC, quien acaba de impartir un curso en República Dominicana sobre la Metodología GEM, un sistema de evaluación para incluir la equidad de géneros en proyectos y programas, tanto gubernamentales como de la sociedad civil.


En esa oportunidad SEMLac la entrevistó en la sede del Instituto Dominicano de Telecomunicaciones, a sabiendas de que hablábamos de formas de violencia contra la mujer insuficientemente tipificadas todavía, pero que deben ser combatidas por su proclividad a propagarse velozmente, y por el daño que causan a la autoestima y al paradigma de respeto por los derechos de las humanas.


“Creo que es un campo totalmente nuevo, hay muchas cosas por hacer, pero también tenemos que pensar que mucho de lo que ya está en nuestros códigos se puede aplicar a las situaciones de Internet. Porque ahí se cometen los mismos delitos que estos más conocidos, de las estafas cibernéticas”, dice.


En el diálogo con Dafne, salieron a relucir varios ejemplos: uno de República Dominicana, donde hace unos tres años un hombre filmó a una universitaria en la intimidad y lo distribuyó. El otro caso fue en Argentina, donde una candidata a vicegobernadora, días antes de las elecciones, fue filmada por su pareja, en paños menores y hablando por teléfono. La distribución cercenó sus aspiraciones políticas. “Pero las mujeres no nos podemos sentir tímidas”, subraya la experta comunicadora.


“No. Tenemos que conocer qué hacen y cómo lo hacen. Y saber manejar la tecnología para colocar barreras de seguridad en mi computadora, y usar estas nuevas tecnologías para crear conciencia y trabajar contra todo esto”, insiste.


14.000 sitios contra la violencia de género


El panorama no es desolador, sin embargo. Y la Coordinadora Regional del PARM lo destaca: “Hay muchos sitios pornográficos, eso es cierto. Pero nosotros contabilizamos y son como 14.000 los que hay contra la violencia hacia las mujeres. Y esos son sitios a donde ellas pueden acudir para informarse, chatear, participar en foros y en blogs.


“Aunque se trate de personas que están en la otra parte del mundo, ellas les pueden enviar sus consultas e, incluso, con este sistema de telefonía por Internet, es posible hablar con profesionales y gentes que las van a orientar. Por eso, también tenemos que resaltar la gran tarea que están haciendo las organizaciones que trabajan el tema de la violencia contra la mujer con su presencia en Internet”, subraya.


“El año pasado, lanzamos la campaña Dominemos la tecnología dentro de los 16 días de activismo contra la violencia que celebramos del 25 de noviembre al 10 de diciembre. Fue la primera vez que se hizo esto con un portal en Internet”. En su conversación con SEMlac, Dafne enumeró que el chateo con un individuo equis puede parecer simpático al principio y luego irse ensuciando, al punto de que una mujer tema encender la computadora porque “el acosador estará ahí molestándome con sus agresiones, con su vocabulario grosero, con sus imágenes de sexo violento”, abundó.


¿Ofrece la tecnología algún antídoto?


"Sí, los tiene, para bloquear, evitar y frenar la agresión, al menos virtualmente. Se dirá: ‘pero ella puede apagar la computadora’. Eso no siempre elimina el acoso. Y así como muchas veces nos preguntamos por qué una mujer permanece al lado de su agresor, así también se dan situaciones bien complejas en este espacio”, explica.


“'¿Y dónde estabas, y por qué no me contestaste?, yo te mandé un mensaje y no me respondiste enseguida.’ Se empieza a ver un querer controlar sus tiempos, sus momentos. Son cuestiones difíciles y serias”, comenta.


Dafne insiste en que hay que adentrarse en la tecnología para saber cómo bloquear esto, evitar que un hombre implante un rastreador tanto a la computadora como al carro que ella usa, y haga de los teléfonos celulares una cámara de video con la que registre tanto sus movimientos y acciones privadas como lo que él quiere enviarle.


“En mi país, la Argentina –narra– somos 36 millones de habitantes y se calcula que hay entre 28 y 30 millones de celulares. Así que celular tiene prácticamente todo el mundo, aun en sectores populares”.


¿Cómo organizarnos frente a esto?


“Son situaciones muy nuevas. Yo creo que hay que ir alertando y creando conciencia de que esto existe y de que va en aumento”, asegura Dafne. “Lo otro es que el movimiento de mujeres y feministas se tomen en serio esto de las TIC, porque muchas veces no estamos listas para analizar más allá del sitio web, de la lista de correos y poco más. Con frecuencia no estamos dispuestas a investigar la dimensión de género de esto, en la sociedad de la información.


Creo que está pendiente una discusión”, agrega. “Y cuando hablamos de las organizaciones de mujeres que están trabajando la violencia, que tengan en cuenta lo de esta violencia virtual que también está minando la autoestima, creando miedos y problemas", advierte. “Empezar por ahí es una manera de fortalecer esta campaña y luego abrir una nueva faceta sobre qué otras cosas podemos hacer en esta sociedad, donde los cambios se dan tan rápidos y donde las tecnologías avanzan y generan situaciones inesperadas”, concluye.


Por Mirta Rodríguez Calderón en Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac

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